Elegir el destino de vacaciones, lo que vamos a cenar, dónde organizar esa cena con amigos, qué regalarle a un familiar, si merece la pena continuar con una relación, ir o no al gimnasio o qué vestido ponerte. Hay mil decisiones que tenemos que tomar a diario. Y eso puede causarnos lo que los expertos llaman fatiga de decisión. La primera duda que nos surge al respecto es por qué en ocasiones nos cuesta tanto tomar decisiones.
“Cuando posponemos de manera frecuente la toma de decisiones, suele deberse a miedo a las pérdidas o los riesgos que las opciones tienen, también a la dificultad a tolerar la responsabilidad de las mismas, miedo a equivocarnos, miedo a poder ser criticado o rechazado. Por lo que se opta por evitar o posponer de manera recurrente la toma de decisiones”, nos cuenta sobre ello la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen.
La experta añade que, de manera normativa, cuando tenemos que tomar decisiones significativas, que tienen un alto impacto en nuestra vida y en la de los demás, el hecho de que le dediquemos mayor tiempo a pensar en los pros y los contras es saludable y acaba derivando en una toma de decisión reflexionada. El problema, tal vez, es que pensamos que, en nuestro día a día, nos vemos obligados a tomar demasiadas decisiones, desde las más sencillas y cotidianas a otras mucho más importantes. “Constantemente tenemos que tomar decisiones, de mayor o menor calado e impacto en nuestra vida”, nos cuenta Pilar Conde.
¿Qué es la llamada fatiga de decisión?
En opinión de la experta, podemos hablar de fatiga decisional o de decisión cuando una persona, tras un período continuado de toma de decisiones, se muestra abatida, ansiosa, cansada, agotada… Todo ello tiene unas consecuencias, y es que hace que le resulte difícil tomar decisiones, ya sea de temas importantes o de decisiones sencillas. Los síntomas principales, por lo tanto, para detectar esta particular fatiga son, en opinión de Pilar Conde, tres: ansiedad, irritabilidad y dificultad en la toma de decisiones de nimiedades.
“La fatiga decisional es el agotamiento mental que experimentamos después de tomar una serie de decisiones a lo largo del día”, nos cuenta por su parte Marc Rodríguez, Psicólogo Especialista en Inteligencia Emocional (@rodriemocion), que añade que cada elección, sin importar que sea pequeña, consume recursos cognitivos y afecta nuestra capacidad para tomar decisiones de calidad más adelante. “Este agotamiento puede manifestarse de diversas maneras, como falta de concentración, irritabilidad o la tendencia a tomar decisiones impulsivas para evitar gastar más energía mental”, apunta.
“Si esto es algo continuado puede llevar a la persona a percibir que no tiene control sobre su rumbo de vida, lo que puede mermar la autoestima, el bienestar. Habría que valorar si un periodo de estrés debido a esta situación, le está derivando a la personas en síntomas propios de estado depresivo o ansioso”, nos detalla Pilar Conde.
¿Cómo superarla?
Le preguntamos al experto cuáles serían las estrategias que tendríamos a nuestro alcance para tratar de abordar esta situación, y Marc Rodríguez nos resume las principales:
- Priorización de decisiones. Identificar decisiones clave y prioriza aquellas que realmente importan. Reservar la energía mental para elecciones significativas y simplificar las de menor importancia o delegarlas.
- Rutinas y hábitos. Establecer rutinas diarias y hábitos reduce la necesidad de tomar decisiones constantes sobre tareas simples. Al automatizar ciertos aspectos del día, liberamos espacio mental para decisiones más relevantes.
- Descansos estratégicos. Programar descansos cortos durante el día para recargar la energía mental. Incluso unos minutos de meditación o respiración consciente pueden marcar la diferencia (si es con contacto a la naturaleza aún más).
- Limitar opciones. Reducir la cantidad de opciones disponibles puede facilitar la toma de decisiones. En lugar de abrumarte con opciones infinitas, enfócate en un conjunto más pequeño y manejable. Como máximo 3 opciones, más de eso suele agobiar.
- Delegar responsabilidades. Aprende a delegar tareas cuando sea posible. Compartir la carga de decisiones puede aliviar significativamente la fatiga decisional.
- Cuidado personal. Mantener un estilo de vida saludable con suficiente descanso, ejercicio y una dieta equilibrada. Un cuerpo y mente saludables están mejor equipados para enfrentar la fatiga decisional.
“Reconocer y abordar la fatiga decisional es esencial para mantener una salud mental óptima. Muchas veces no es cuestión de tomar menos decisiones, sino de hacer una gestión más consciente y eficiente de la energía mental que tenemos”, concuye el psicólogo.