La concentración es una habilidad mental que permite enfocar la atención en una sola tarea, evitando las distracciones y optimizando el rendimiento. En la era de la información, muchas veces se ve amenazada por el estrés, el cansancio, el aburrimiento o la falta de motivación.
Para mejorarla, aprovechar al máximo tu potencial y mantener el foco y la memoria, estos consejos pueden ser de ayuda.
1) Cuidá tu salud física y mental
Cuidá tu organismo y tu mente, ya que ambos influyen directamente en la capacidad de atención y aprendizaje. Algunos consejos para lograrlo son:
Dormir lo suficiente: el sueño es fundamental para que el cerebro se recupere, consolide la información y esté alerta al día siguiente. Se recomienda dormir entre 7 y 9 horas, y evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse.
Alimentarse bien: el cerebro necesita nutrientes para funcionar correctamente, especialmente glucosa, ácidos grasos omega-3, vitaminas y minerales. Por eso, es importante llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, pescado y agua.
Hacer ejercicio: mejora la circulación sanguínea, el oxígeno y la producción de neurotransmisores, lo que favorece la concentración, la memoria y el estado de ánimo. Se recomienda hacer al menos 30 minutos de actividad física moderada al día, preferiblemente al aire libre.
Meditar: es una práctica que nos ayuda a relajar la mente, reducir el estrés y aumentar la atención plena. Consiste en enfocar la atención en la respiración, las sensaciones corporales o un mantra, y observar los pensamientos sin juzgarlos ni seguirlos. Se puede realizar unos diez minutos al día, en un lugar tranquilo y cómodo.
2) Creá un ambiente propicio para la concentración
Eliminá o minimizá los factores que puedan distraerte o interferir en tu rendimiento. Por ejemplo:
Elegir un lugar adecuado: el sitio donde vas a estudiar o trabajar debe ser cómodo, limpio, ordenado, iluminado y ventilado. Es preferible que sea un lugar fijo, que asocies con la actividad que vas a hacer, y que esté alejado de ruidos, personas u objetos que te distraigan.
Ajustar la temperatura y la luz: se recomienda que la temperatura esté entre 20 y 25 grados centígrados, y que la luz sea natural o blanca, sin que produzca reflejos o sombras en la pantalla o el papel.
Eliminar las fuentes de distracción: especialmente las que provienen de los dispositivos electrónicos. Por eso, es conveniente apagar o silenciar estos aparatos o dejarlos fuera de tu alcance mientras hagas la tarea que requiere de tu atención.
Escuchar música relajante: la música puede ser un aliado o un enemigo de la concentración, dependiendo del tipo y el volumen que elijas. La música clásica, instrumental, ambiental o de naturaleza puede ayudar a relajar la mente, bloquear los ruidos externos y mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, la que tiene letra, es demasiado rápida o demasiado alta puede distraerte o alterarte.
3) Usá técnicas y herramientas para mejorar el foco y la memoria
Éstas ayudan a enfocar tu atención, organizar la información y recordarla mejor. Algunos trucos para lograrlo son:
Planificar la tarea: antes de empezar tu actividad, es importante tener claro qué vas a hacer, cómo y cuánto tiempo le vas a dedicar. Para ello, podés establecer objetivos concretos, realistas y medibles, y dividir la tarea en subtareas manejables.
Hacer pausas regulares: estudiar o trabajar durante horas seguidas puede ser contraproducente para tu concentración, ya que el cerebro se cansa y pierde el interés. Por eso, es conveniente hacer pausas cada 25 o 50 minutos, dependiendo de tu capacidad de atención, y aprovechar para descansar, estirar, hidratarse o comer algo ligero.
Usar técnicas de estudio: son métodos que ayudan a procesar, comprender y memorizar la información de forma más eficaz. Algunas de las más populares son hacer resúmenes, esquemas, mapas conceptuales, fichas, subrayados, preguntas, etc.
Repasar la información: es una estrategia fundamental para consolidar la información en la memoria a largo plazo y evitar que se olvide con el paso del tiempo. Se recomienda repasar la información al finalizar la sesión de estudio o trabajo, al día siguiente, a la semana, al mes y antes del examen o la presentación.
Escribir a mano: es una forma de mejorar tu concentración y memoria, ya que implica un mayor esfuerzo cognitivo que escribir en el teclado. Al escribir, el cerebro se activa más y se crea una conexión más fuerte entre lo que pensás y lo que escribís.