En el Reino Unido, casi el 60% del desperdicio alimentario proviene de hogares, y en EE.UU., entre el 40-50%, con cifras similares en Japón. En 2021, Japón desechó aproximadamente 47% de sus 5,2 millones de toneladas de comida desechada desde casas particulares. Las causas comunes incluyen alimentos olvidados en el refrigerador, confusión con las fechas de vencimiento, compras impulsivas y falta de conciencia sobre la reducción de desperdicios.
Japón enfrenta mayores desafíos debido a que importa gran parte de sus alimentos, aumentando el impacto económico y ambiental del desperdicio. Para abordar esto, los expertos Tomoko Okayama y Watanabe estudian las causas del desperdicio y promueven técnicas de organización del refrigerador. Su proyecto en Tokio mostró una reducción del 10% en el desperdicio de alimentos en un área experimental, comparado con un aumento del 10% en un área de control.
Además, sugieren usar bandejas y cintas para organizar la comida y fomentar la conciencia sobre el desperdicio. A pesar de los desafíos, el enfoque en la educación y técnicas simples puede ayudar a reducir el desperdicio a nivel doméstico y en comunidades.
Cómo organizar una nevera
Para empezar, Watanabe y Okayama les dieron a los residentes una cinta rojiblanca brillante. Esa era para marcar una sección de sus neveras reservada para alimentos con fecha de caducidad corta, o para pegarla directamente a los productos que debían consumirse pronto para que llamaran la atención.
También distribuyeron bandejas de plástico trasparente sin tapa para que los alimentos al borde de dañarse podría ser más visibles y rápidamente accesibles.
Los investigadores también repartieron rótulos con la imagen de dos personas dándose la mano bajo el mensaje “No puedo consumirte. Lo siento mucho”.
Instaron a los participantes a colocar uno de estos rótulos a cada porción de comida que desecharan y que tomaran un momento para internalizar el mensaje. Como Okayama resalta, “creo que darse cuenta es muy importante”.
Dos semanas después de la reunión con los residentes de Sky Heights, los investigadores realizaron otro análisis de separación de basuras.
Los resultados fueron alentadores: encontraron una reducción de desperdicio de alimentos de 10% en la zona experimental, y un incremento del desperdicio de alimentos de 10% en la zona de control.
El relacionar estos dos descubrimientos, Watanabe los interpreta si significado como si la intervención en realidad resultó en un 20% de reducción de desperdicio de alimentos.
Él y Okayama sospechan que el incremento en la zona de control pudo deberse en parte a que era diciembre, la temporada de caldero chino, un plato que casi inevitablemente genera desperdicio).
En encuestas de seguimiento con los participantes de Sky Heights, 77% contestaron que usaron la bandeja plástica, 18% usaron los rótulos y 13% la cinta.
Sencillamente hablando del desperdicio de comida y sacando el tema a relucir en las mentes de las personas también parece haber sido un importante factor de cambio.
En una reunión en marzo, donde Watanabe y Okayama presentaron sus resultados a 14 residentes de Sky Heights, Noriko Nozaki, una mujer de 78 años años, dijo que la campaña la había hecho consciente de “cosas en las que una no piensa normalmente”.
Aunque terminó utilizando su bandeja plástica para acomodar latas de cerveza Yebisu en lugar de productos a punto de vencer, aseguró que ahora puede relacionar mejor el desperdicio de comida de su cocina a los problemas más amplios del mundo, como el cambio climático y la escasez de recursos.
“Con sólo tener una pequeña cosa en tu mente puede tener un gran efecto en la reducción de basura”, afirmó.
Hiroko Sasaki, una mujer de 82 años cuya crianza en los años de posguerra le inculcaron un compromiso para toda la vida de nunca desperdiciar comida, añadió que se sintió “muy enfadada” al ver las fotos de todos los productos comestibles que Watanabe y Okayama sacaron del basurero del complejo de apartamentos.
“Pero el solo enfado no resolverá el problema, así que es bueno hablar del tema y exhortar a otros que hagan más”, comentó.
El espíritu mottainai
Watanabe y Okayama no saben hasta que punto sus descubrimientos en Arakawa pueden ser aplicados a otras partes de Japón o más allá. Pero están llevando a cabo más experimentos que repiten el estudio en 520 hogares en Nagai, una ciudad en la prefectura de Yamagata.
Esto podría darle más ánimo a gobiernos locales a través de Japón para intentar programas similares en sus comunidades. “No vale mucho hacerlo”, señala Watanabe. “Si a una autoridad local le gusta la idea, puede fácilmente llevarla a un nivel superior”.
Miyazaki y sus colegas ya están pensando a futuro en maneras en las que pueden llegarle a más residentes de Arakawa, incluyendo la organización de campañas de información y aprendizaje infantil sobre la pérdida de alimentos.
“Nuestro desafío es cómo hacer que el mayor número de hogares pongan en práctica las medidas de “empujoncitos”, dice. “Nos gustaría ayudar a fomentar el espíritu de mottainai”.
Sin embargo, la gente no necesita esperar a que los representantes del gobierno tomen acción. Cualquiera puede usar bandejas plásticas, cinta y rótulos, no importa dónde vivan en el mundo.
También podrían cuestionar más sobre cuándo un producto alimenticio se debería desechar, concluye Okayama. “Botar comida sólo porque ha pasado su fecha de “mejor hasta” es un desperdicio de recursos y también de tu dinero”.