El cuerpo humano sigue respondiendo al entorno externo incluso durante el sueño, y un nuevo estudio hecho por el Centro de Investigación Ciclotrón de la Universidad de Lieja, Bélgica, explica cómo cierta información del entorno sensorial puede afectar a la calidad del descanso.
Para ello, se centraron en cómo cambian los latidos del corazón cuando escuchamos diferentes palabras durante el sueño, y descubrieron que las relajantes ralentizaban la actividad cardíaca como reflejo de un sueño más profundo y en comparación con las neutras que no tenían ese efecto.
Estos investigadores se asociaron con colegas de la Universidad de Friburgo en un estudio anterior que analizaba datos cerebrales (electroencefalograma) que muestran que las palabras relajantes aumentan la duración y la calidad del sueño profundo, lo que demuestra que podemos influir positivamente en el sueño usando palabras significativas.
Los autores plantearon la hipótesis de que el cerebro también sigue siendo capaz de interpretar información sensorial de una manera que hace que el cuerpo esté más relajado después de escuchar palabras relajantes durante el sueño. En este nuevo estudio, los autores tuvieron la oportunidad de analizar la actividad cardíaca (electrocardiograma) para probar esta hipótesis y descubrieron que el corazón ralentiza su actividad solo después de la presentación de palabras relajantes, pero no de control.
Luego compararon los marcadores de actividad cardíaca y cerebral para determinar su contribución en la modulación del sueño por estímulos auditivos. La hipótesis es que la actividad cardíaca influye directamente en cómo percibimos el mundo, aunque hasta ahora esta evidencia se había obtenido solo en estado de vigilia. Con estos nuevos hallazgos, demuestran que esto también ocurre durante el descanso, ofreciendo una nueva perspectiva sobre el papel crucial de las reacciones corporales, más allá de los datos cerebrales, en la comprensión del sueño.
“La mayor parte de la investigación sobre el sueño se centra en el cerebro y rara vez investiga la actividad corporal. Sin embargo, planteamos la hipótesis de que el cerebro y el cuerpo están conectados incluso cuando no podemos comunicarnos completamente, incluyendo durante el sueño”, explicó uno de los científicos.