omo si fuera Don Quijote enfrentando a los molinos de viento, el José de Zer interpretado por Leo Sbaraglia asciende a la montaña y se detiene ante lo que parece ser la huella de una nave extraterrestre: la observa, la interpreta y la siente. A su lado no está Sancho Panza, sino una figura que recuerda al célebre personaje de la obra de Cervantes: Chango, su camarógrafo, quien intenta infundir un poco de lógica en su vida. Esta relación se intensifica con el transcurso del tiempo, convirtiéndose en un elemento esencial de una impactante película inspirada en la vida del reconocido periodista.
El hombre que amaba los platos voladores.
En este contexto se desarrolla “El hombre que amaba los platos voladores”, que llega a las plataformas de streaming en estos días. Protagonizada por Leo Sbaraglia, quien ofrece una destacada actuación física, la película, dirigida por Diego Lerman, presenta una interpretación libre y casi psicodélica de la vida del cronista que dejó una huella indeleble en la televisión argentina.
Aunque al inicio del rodaje existían dudas sobre el uso del nombre real del periodista, tras varias conversaciones con la familia, el director obtuvo el permiso para utilizarlo.
Esto aportó un mayor realismo al filme, especialmente en los segmentos que recrean los informes auténticos de Canal 9, que aún se pueden encontrar en YouTube. Lo demás que se muestra es una interpretación libre de Lerman, quien intentó construir una narrativa que combina aventura, creencia en una idea y perseverancia.
Dirigida por Diego Lerman, “El hombre que amaba los platos voladores” es una obra de ficción muy distinta a lo que suele verse en el cine argentino. El director utiliza elementos de la realidad para rendir un homenaje original al cronista que transformó la manera de hacer televisión y dejó una huella perdurable en los medios. En la actualidad, cualquier persona mayor de 40 años recuerda la famosa frase “seguime Chango”.
La trama sigue a José de Zer, quien está cansado de su trabajo como periodista de espectáculos. Después de enfrentar un problema de salud, experimenta un cambio en sus intereses y se embarca en una búsqueda que lo aleja de su vida cotidiana.
Como cronista del Canal 6 (en la película se altera el número, pero se utiliza la misma tipografía que tenía el cubo de Nuevediario), José inicia un viaje a Córdoba tras reunirse con un grupo de personas que le proponen una cobertura. En ese lugar, descubre algo que todos ignoraban: la huella de un platillo volador.
A partir de ese instante, el protagonista emprenderá un viaje que roza la locura, la pasión y la histeria, mientras su vida personal se desvanece ante su trabajo. Sus romances clandestinos y la relación fraternal con su expareja también emergen en este contexto.
El amor por su hija y un pasado completamente oculto sirven como telón de fondo, actuando como el ancla que lo mantiene firme y la luz que lo guía hacia lo que realmente anhela en la vida.
El valor documental del film
Otro aspecto significativo de “El hombre que amaba los platos voladores” es su valor documental. El director llevó a cabo una investigación minuciosa sobre el trabajo de José de Zer en los noticieros y programas en los que participó en el antiguo Canal 9 Libertad.
Esto se evidencia en la comparación entre las imágenes recreadas por Leo Sbaraglia y los informes originales que se emitieron, destacando la impresionante precisión.
Las evidentes referencias a este estilo de narrar historias reales han tenido muchos exponentes en los últimos años, siendo uno de los más destacados el productor y director Ryan Murphy. Él ha creado series que buscan adaptar casos verídicos a la ficción, desde “American Crime Story” hasta “Feud” y “Monster”.