Abril llegó lluvioso, al menos las primeras tres semanas en las que en nuestra región se vio poco el sol. Según datos del Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), hasta el 21 de abril cayeron 291,75 mm de lluvias, el doble de lo que se registró en marzo, con 146,25 mm. De acuerdo con la misma información, la media para los meses de abril entre 2006-2015 fue de 79,10 mm. Un asunto no menor es lo que sucede con toda esa agua, que se expresa directamente en las reservas subterráneas.
Según explicó Mónica D'Elía, del Grupo de Investigaciones Geohidrológicas (GIG) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL, existe una relación directa entre las lluvias y los niveles del agua subterránea en la ciudad de Santa Fe. “Se trata de un recurso muy importante para el abastecimiento de agua potable de muchas poblaciones. A veces el agua superficial es escasa o de mala calidad, entonces se aprovecha el agua subterránea. Aún en zonas húmedas como la nuestra, es utilizada por su buena calidad natural y por los menores costos de explotación. También es usada en la industria e irrigación”, sostuvo.
En el caso de la ciudad de Santa Fe, hasta hace unos años el sector norte se abastecía de agua subterránea. Sin embargo, se fue abandonando su uso paulatinamente con la extensión de la red de agua potable. Sin embargo, en 2008 el grupo de D'Elía comenzó a estudiar el sistema acuífero, un trabajo que hasta ese momento no había sido abordado.
Para ello, gracias a subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) y de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de Santa Fe (SECTeI) se implementó una red de monitoreo de agua subterránea, constituida por 23 pozos especialmente construidos para medir niveles de agua subterránea y tomar muestras para analizar su calidad.
“El agua subterránea está alojada en el subsuelo, en los acuíferos. En el caso de la ciudad de Santa Fe el acuífero aprovechado está alojado en las arenas fluviales de la Formación Ituzaingó (conocida como Arenas Puelches), que es recargado localmente por la lluvia. Esa agua subterránea descarga hacia el este en la laguna Setúbal y hacia el oeste en el río Salado. Entonces el sistema se alimenta por las precipitaciones, el agua infiltra, alcanza el nivel de agua subterránea y circula hacia la zona de descarga”, resumió la especialista.
Más lluvia, más agua subterránea
Los investigadores del GIG miden sistemáticamente los niveles de los pozos de la red de monitoreo. En el denominado P1 (Pozo 1), por ejemplo, equipado con un registrador continuo de niveles de agua subterránea, miden cada tres horas. “En todos los registros pudimos ver que los niveles de agua subterránea acompañan las precipitaciones. Es decir, el sistema responde ante la llegada del agua de lluvia, ascienden los niveles. Esto lo fuimos constatando y graficando a lo largo de estos años”, destacó D'Elía.
En este sentido, acotó que la respuesta es rápida, al día siguiente de la lluvia se nota un ascenso del nivel. “También vimos cómo se relacionaban los niveles de la laguna Setúbal y los del río Salado con los niveles de agua subterránea de algunos pozos cercanos: pudimos corroborar que la descarga del acuífero se produce en esos dos cuerpos de agua superficial”, resaltó.
“Como consecuencia de los ascensos de los niveles freáticos se producen anegamientos en terrenos bajos. Por otra parte, en la zona urbanizada se pueden generan problemas geotécnicos que comprometen construcciones subterráneas o de inundación de recintos como sótanos “, abundó.
El ascenso de los niveles freáticos también perjudica las zonas de quintas del norte de Santa Fe, el agua subterránea ocupa los poros con aire (necesario para las plantas) y produce su asfixia.
Calidad
D'Elía agregó que en la actualidad el GIG está llevando a cabo investigaciones en el Área de Desarrollo Norte de la ciudad de Santa Fe, tendientes a realizar un diagnóstico hidrológico-ambiental. Se trata de la zona donde funcionó el antiguo relleno sanitario y se desarrollan numerosas actividades como ladrilleras o cultivo de hortalizas, entre otras. “Es un proyecto reciente, en el que se analizará el estado actual del sistema acuífero, principalmente en relación con la calidad química del agua. En estos momentos no se han podido realizar muestreos de material de subsuelo ni tomar muestras de agua debido a los problemas de anegamiento e inaccesibilidad del área de estudio”, finalizó.