El ministerio de Innovación y Cultura invita a la presentación de la obra “Vigilia de noche”, dirigida por Daniel Veronese, que se llevará a cabo este domingo a las 20:30 en el Centro Cultural Roma de la ciudad de Santa Fe, San Jerónimo 2673. Las entradas podrán adquirirse directamente en la boletería de la sala.
La obra de Lars Norén, con traducción de Francisco J. Uriz, se presenta con versión y dirección de Daniel Veronese y está protagonizada por Luis Machín, Pilar Gamboa, Mara Bestelli y Walter Jakob.
LA OBRA
Luego de su paso por la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín y el Teatro Picadero de la ciudad de Buenos Aires, “Vigilia de noche” inicia una gira nacional por distintas provincias del país.
El elenco está integrado por Luis Machín, Pilar Gamboa, Mara Bestelli y Walter Jakob. La asistencia artística es de Sebastián Blutrach, la asistencia de dirección es de Adriana Roffi, la iluminación es de Juan Ramos, el vestuario es de Laura Singh y la escenografía es de Franco Battista.
SINOPSIS
Luego de la ceremonia de incineración del cuerpo de su madre recientemente fallecida, dos hermanos se reúnen con sus respectivas esposas en la casa de uno de ellos. Esa madre, a través de una urna que guarda sus cenizas, estará presente durante toda la noche como testigo mudo de los diálogos, discusiones y enfrentamientos entre marido y mujer, pero también entre los hermanos.
“Vigilia de noche” –obra estrenada en Suecia en 1985–, aborda el tema de la crisis matrimonial y el desencanto que surge con la convivencia, la cuestión de la infidelidad desde una original perspectiva y los conflictos que acarrean la paternidad y la maternidad, poniendo en tela de juicio la noción tradicional de familia.
Como expresa Daniel Veronese, se trata de un “juego de familiaridades. Durante horas, atropellado por circunstancias inexorables, nuestro desarticulado cuarteto expone el derrumbamiento del amor (propio y ajeno). Y lo hace –es llamativo esto– en esas horas que fueron creadas especialmente para amar. Horas para sentir y engullir, para dormir, para actuar y ser otro, ser el verdadero, ser animal. Pero nunca, señores, para razonar, ni pensar, ni decidir, ni coordinar, ni resolver. Ese es el tiempo de esta obra. Tiempo que no debería ser utilizado de esa manera. O quizás sí. Porque sobrepasarse, confundir los límites de lo familiar, lo personal y lo social, quizás sea, tal vez, la única manera de poder descansar después en las horas que nos quedan. No esperemos –eso sí–, contemplaciones ni clemencia en una hoguera. En una ofensiva. Esperemos sangre y ver rodar cabezas enemigas. Y antes de abandonar el campo quememos sin piedad todo: casa, habitáculos burgueses, esplendores, posesiones. Incendiemos de paso también madre y padre (los padres son material altamente combustible), pero también hijos y amantes. Y vayámonos a dormir de una vez. Que mañana será otro día”.
EL AUTOR
Considerado una suerte de “August Strindberg de los 80” y también emparentado con Eugene O’Neill, el sueco Lars Norén (Estocolmo, 1944) expone en sus obras una visión descarnada de las relaciones personales, de sus aspectos más oscuros y violentos, con un humor corrosivo y feroz. Desde los 19 años comenzó a publicar numerosos poemarios que inicialmente presentaban imágenes sorprendentes y asociaciones insólitas, y una profusión de detalles concretos de la vida cotidiana, anticipando las exigencias escenográficas de sus obras dramáticas.
A partir de 1973, su poesía se hace más parca en palabras. Después de escribir tres novelas, debutó en 1972 como autor dramático con la pieza de teatro radiofónico “Box one”. Luego vino “El lameculos del príncipe”, sobre el artista y el poder. Pero su primer éxito teatral lo consiguió con “Una espantosa felicidad”, dirigida por Suzanne Osten. La puesta se realizó en su departamento para satisfacer el afán de realismo del autor. A continuación Norén escribió “Sonrisas subterráneas”, también dirigida por Osten, donde el espacio escénico se convirtió en una sala de ensayo de ballet con barra y espejos, que incorporaba a los espectadores. En 1978 incursionó en el drama para televisión con “La valentía de matar”, sobre el parricidio, emitido en 1980.
A principios de los 80, Norén obtuvo repercusión internacional con “La noche es la madre del día” y “El caos es vecino de Dios”; ambas giraban en torno a la misma familia y contenían detalles autobiográficos de su niñez y adolescencia. En 1988 volverá a esa familia con su pieza “La calma”.
Por lo general, sus obras suceden en espacios cerrados y agobiantes. Como señala el traductor de su obra al español, Francisco J. Uriz, “la familia se presenta como un grupo de individuos mutuamente dependientes entre sí para existir, cuya estructura inevitablemente hace subir a la superficie lo peor del ser humano y donde el amor y el odio están separados por una línea apenas perceptible”.
En 1984 estrenó “Demonios”, obra que ya no está tan ligada con la familia sino con el mundo del hombre moderno y sus relaciones mutiladas. Entre 1998 y 2007, Norén fue director artístico del Riks Drama en Riksteatern (Giras del Teatro Nacional), período durante el cual montó una premiada versión de “La gaviota” de Chejov, además de obras propias como “Kyla” y “Sju Tre”, esta última realizada con internos de una cárcel. De hecho, fue con la que se dio a conocer más masivamente, ya que estos presos escaparon en una cruenta fuga que dejó muertos y heridos y conmovió a toda Suecia. Desde 2009, Lars Norén es director artístico del Folkteatern en Gotemburgo.
EL DIRECTOR
Dramaturgo, director, actor y titiritero, Daniel Veronese (Buenos Aires, 1955) es uno de los grandes renovadores de la escena argentina de las últimas décadas. Inició su actividad en 1987 en el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín y dos años después fundó, junto con Ana Alvarado, Emilio García Wehbi, Paula Natoli y Román Lamas, “El periférico de objetos”, con el que estrenó “Ubú Rey” (1990), “Variaciones sobre B...” (1991), y “El hombre de arena” (1992), entre otras.
En 1990 escribió su primera obra para actores: “Crónica de la caída de uno de los hombres de ella”, estrenada en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, a la que le siguieron otras como “Del maravilloso mundo de los animales: Los corderos” (1992); “Formas de hablar de las madres de los mineros mientras esperan que sus hijos salgan a la superficie” (1995); “La terrible opresión de los gestos magnánimos” (1995); “Mujeres soñaron caballos” (1999); “Open house” (2001); “La forma que se despliega” (Teatro Sarmiento, 2003, en el marco del ciclo Biodrama); “Un hombre que se ahoga” (2003); y “El desarrollo de la civilización venidera” (2009).
Además de las propias, ha montado piezas de otros autores como “La muerte de Marguerite Duras” de Eduardo Pavlovsky, “La forma perfecta” de Luis Cano, “Espía a una mujer que se mata”, versión de Tío Vania de Anton Chejov, “Todos los grandes gobiernos han evitado el teatro íntimo”, versión de Hedda Gabler de Henrik Ibsen, “El descenso del Monte Morgan” de Arthur Miller, “Los reyes de la risa” de Neil Simon, o “El crédito” de Jordi Galcerán. La última obra que presentó en el San Martín fue “Los hijos se han dormido”, una versión de “La gaviota” de Chejov (Sala Casacuberta, 2011).