En esta ciudad de cielos grises, la primavera recién inaugurada apenas asoma en pequeños brotes de color en los árboles todavía sin hojas. Pero para una joven argentina nacida en Adrogué y que ahora vive en Remedios de Escalada brilla el sol: esta noche, Julia Etulain se convertirá en una de las quince "talentos nacientes" distinguidas por el programa L'Oréal-Unesco para Mujeres en la Ciencia, que como todos los años le dedica una semana de marzo a destacar los logros y aportes de investigadoras brillantes de todos los continentes.
De sonrisa fácil, locuaz y apasionada por su trabajo, Etulain, doctora en biología e investigadora asistente del Conicet, está disfrutando estos días de celebración durmiendo poco, pero con un entusiasmo desbordante. "Vine dispuesta a vivir esta experiencia a full -dice-, porque son cosas que pasan una vez en la vida." Ya decidió que parte del premio, de 15.000 euros, lo invertirá en concurrir al congreso más importante de su especialidad, que se realiza dentro de unos meses en Berlín.
En el Laboratorio de Trombosis Experimental de la Academia Nacional de Medicina, Etulain logró optimizar con métodos sencillos y económicos el uso del "plasma rico en plaquetas" (PRP, un concentrado de estas células de la sangre encargadas de la coagulación) a la regeneración de tejidos.
"Empecé estudiando los roles no clásicos de las plaquetas -explica-. Entre ellos está la regeneración de tejidos, la formación de vasos sanguíneos y la inflamación. Estas células de la sangre no tienen núcleo, son bolsitas de moléculas. Al principio pensé «qué aburridas», pero ¡es increíble todo lo que pueden hacer con casi nada!"
Un misterioso universo
Después de terminar su doctorado en hematología y de adquirir nuevas técnicas durante una estadía en el Children's Hospital de Boston, Etulain volvió al país decidida a explorar en profundidad el misterioso universo de estas entidades que almacenan en su citoplasma más de 300 moléculas involucradas en la regeneración: algunas son microbicidas, otras atraen a los leucocitos [glóbulos blancos], otras son factores de crecimiento...
"Las plaquetas se usan para detener el sangrado desde hace más de cuarenta años -explica-. La primera vez que se descubrió que servían para la regeneración fue en una cirugía cardíaca, porque las usaron para detener una hemorragia, pero vieron que en esas zonas el tejido se reparaba más rápido y mejor."
Una de las curiosidades que presentan es que, como no tienen núcleo, en lugar de sintetizar moléculas, las almacenan y las tienen "listas para usar". Pueden liberarlas en menos de una hora. Para elaborar el PRP, se las concentra por centrifugación en el líquido ámbar del plasma sanguíneo, pero hasta ahora siempre se lo utilizaba de manera empírica. "No había muchos estudios clínicos que mostraran la eficacia de estos protocolos -destaca- y eso es un problema, porque, si uno no puede demostrar su eficiencia, no deja de ser un método alternativo."
Durante su doctorado, la científica pudo ver que la función hemostática (que detiene el sangrado) está "desacoplada" de la regenerativa y de la inflamatoria y que es el entorno el que les indica a las plaquetas cuál de ellas deben cumplir. "Cuando uno estudia las plaquetas en estado fisiológico -detalla-, todas se comportan de la misma manera, pero cuando uno las enfrenta con un ambiente inflamatorio, cambian su función. Por ejemplo, en una zona inflamada, el calor, el pH ácido o la hipoxia [deficiencia de oxígeno]."
Para orientarlas hacia una u otra función hay que activarlas. "Para la coagulación, se les agrega calcio, pero nosotros descubrimos que para la regeneración hay que ponerlas 30 minutos en la heladera, porque el frío estimula la secreción de los factores benéficos. Es baratísimo y aumenta mucho la capacidad regenerativa. Otra estrategia es agregar solución fisiológica", subraya.
Pruebas
Las pruebas en células in vitro, en huevos de codorniz y en ratones permitieron estudiar el proceso y probar la efectividad de los nuevos métodos.
"En roedores, comparamos nuestro protocolo con el tradicional y vimos que a los animales tratados con solución fisiológica (sujetos de control) les queda la cicatriz; es decir, que el tejido no se regenera -afirma-. Los tratados con PRP de rutina tardaban 14 días en regenerar, y con el PRP optimizado tardaban entre tres y siete días. Eso, traducido a tiempos humanos, es equivalente a meses y una menor aparición de complicaciones."
El Centro de Excelencia para la Asistencia de Quemaduras (Cepaq) del Hospital Alemán ya inició, con el asesoramiento de Etulain y de su directora, Mirta Schattner, el primer estudio piloto para el uso del PRP en quemados. Bajo la dirección del doctor Alberto Bolgiani, lo están probando en pacientes y, en resultados todavía preliminares, ofrecería mejores resultados en los injertos de piel.
Por su parte, la investigadora está estudiando cómo los fármacos antiplaquetarios interfieren con la regeneración de los tejidos en presencia de PRP. "Queremos evaluar su efecto en personas con patologías como las escaras, la diabetes, los quemados, y ver qué pasa con la medicación que toman", concluye.
La joven premiada confiesa que ser científica fue su sueño desde muy chica. Para estudiar biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA tenía que viajar todos los días dos horas y media desde Adrogué solo de ida, y hasta trabajó de moza por las noches, y tuvo que cursar materias en verano para no retrasarse.
"En la ciencia, las mujeres tenemos problemas compartidos -cuenta-. Aunque somos mayoría en los primeros escalones de la carrera, las investigadoras superiores son apenas el 10% del total. A veces te dicen que las mujeres no somos capaces para la matemática, y otras que «sos demasiado linda para ser científica»." Por suerte, a Julia Etulain, esos obstáculos no lograron detenerla.
Un inspirador mensaje de #JuliaEtulain para otras jóvenes investigadoras de Argentina y Latinoamérica. #ForWomenInScience #MujeresQueAvanzan pic.twitter.com/trjOew4RHg
— L'Oréal Argentina (@lorealargentina) 20 de marzo de 2017