Por Maxi Marano
Esta semana se conoció la noticia que Los Palmeras no van a presentarse en la tercera edición de la Fiesta Nacional de la Cumbia. En un comunicado oficial en la página de Facebook el grupo explicó que la decisión se debe a “las constantes agresiones” y por otro lado explica en otras palabras que se debe a algunos comentarios desmedidos y agresivos al director de la banda Marcos Máximo Camino.
Hasta ahí todo claro. Hablando con especialistas en el género y tratando de sumergirnos en el tema vimos que la cuestión no es tan simple y el tema va más allá. El prólogo de la contundente decisión es una disputa de años, tan vieja como la cumbia misma y que, básica y técnicamente, tiene que ver con dos corrientes bien marcadas: la cumbia con acordeón o la cumbia con guitarra. Es agua y aceite, perros y gatos. El yin y el yang.
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No se puede mezclar. No hay opciones que los acérrimos fanáticos de cada uno de los subgéneros pueda tener algún tipo de comentario positivo sobre el otro.
Es una disputa que sólo tiene comparación con grandes antípodas sonoras como lo fueron Los Redondos y Soda Stereo en Argentina o ese rincón rojo y azul dentro del cuadrilátero del rock británico que siempre se disputaron Los Beatles y Los Rolling Stones.
Ahora bien, si tomamos como ejemplo esta disputa, hay un paralelismo interesante entre el flemático caso de Gran Bretaña y calurosa disputa santafesina. En ambos casos se trata de una postura tomada más por los públicos que siguen a las bandas que por los integrantes mismos. Es una discusión que, ayudada por los medios de comunicación en algunos casos, se trasladó a los seguidores de los grupos y fue motivo de sobremesa o charla de esquina en varias ocasiones.
Dentro de los comienzos del pop y el rock inglés los Beatles representaban la invasión llegada del rudo norte, mientras que los Stones eran la gran esperanza del moderno Londres.
Asimismo, Jagger y compañía eran paradigma de la autenticidad rebelde, del sonido sucio y la actitud traviesa, mientras que los Fab Four eran vistos como un producto para adolescentes, al menos en sus comienzos.
En el caso de la disputa litoraleña no sabemos si está tan fundamentada la “gresca” y en realidad la polaridad se produce por un nacimiento con pocos años de diferencia entre el género con acordeón y el del sonido con guitarra. En este caso todo se limitaría a lo sonoro y eso es lo que transformó al género en una autopista donde cada uno va por su carril y no sabe por donde va el otro.
La cumbia santafesina tiene sus comienzos en la década de 70 de la mano de Los Palmeras bajo la dirección de Marcos Camino y también con los Cumbiambas. Estos adaptaron la cumbia colombiana introducida al país por grupos como el Cuarteto Imperial y le pusieron el swing propio de estas zonas. Hasta ahí ,todo bien. El acordeón el guiro y los ritmos pegadizos marcaban el camino a seguir y el género comenzaba a afianzarse en la ciudad.
El acontecimiento que terminó de definir el género fue la aparición del grupo Los del Bohío quienes adoptaron la guitarra como instrumento principal. Juan Carlos Denis fue quien pateó el tablero y fue el creador de ese estilo. La novedad fue introducir la guitarra como instrumento de cabecera, la cual debe ser hábilmente ejecutada. Además más allá de la diferencia sonora las canciones son composiciones más complejas y no están tan sujetas al baile como destino. Dos modelos, dos personas, dos estilos sonoros y, como era de esperar, las complicaciones.
Los bailes entre fuelles y cuerdas.
La cumbia brillaba en la argentina y el gran motor que empujaba era el Cuarteto Imperial. En todos los hogares había como mínimo un vinilo de esa agrupación y, si había que bailar ese plato tenía que sonar. En los bailes sonaba la cumbia colombiana, las acordeonas se escuchaban fuerte, pero, desde 1975, a fuerza de voluntad y buscando imponer su estilo, Los del Bohío buscaban tener su lugar en los grandes bailes. Tenían larguisimas disputas para poder tocar y, cuando lo hacían, también tenían aceptación de la gente. Esto a lo largo de los años fue marcando una grieta musical dentro del género que, hasta el momento, no se pudo cerrar.
Pero como decíamos antes, no es algo que se de entre los integrantes de los grupos. Es una diferencia sonora que se trasladó a la gente y se vive como un clásico futbolístico.
Una nueva edición y la polémica renace
Se viene la tercera Fiesta de la Cumbia y, como todo los años la polémica crece en torno a los grupos participantes. Es lógico que todas las agrupaciones no van a estar por una cuestión de horarios pero lo que llama la atención es la ausencia (otra vez) de Los del Bohio. Es importante aclarar que en ediciones anteriores siempre hubo cumbia con guitarra (Yuli y los Girasoles y Los del Maranao). Además, Los del Bohio fueron invitados en las dos fiestas anteriores para actuar pero no quisieron hacerlo. Esto generó todo tipo de sospechas y en un territorio fértil para las opiniones infundadas como Facebook se llegó a relacionar a algunas agrupaciones con este tipo de decisión dentro de la grilla de grupos que tocarán. Algo infundando, sin argumentos y, por otro lado, mal intencionado.
Blanco sobre negro, un grupo minúsculo de personas argumenta “direccionalidad” sobre la elección de bandas teniendo prioridad los grupos con acordeón dejando de lado los que tocan con guitarra o, específicamente, a Los del Bohio.
Los mismos organizadores en varias ocasiones explicaron que todas las agrupaciones fueron invitadas, nunca fueron dejadas de lado y como un paño frío y una solución definitiva aceptando la opinión de la gente (no la de los agresores desmedidos) desde hoy pondrán a votación dos lugares en la grilla que serán ocupados por las agrupaciones más votadas por el público.
Siempre al acercarse la fecha de la Fiesta de la Cumbia empiezan los conflictos. Esos que son propios de una pasión. La cumbia es parte de la idiosincrasia santafesina y marca a fuego el corazón de los santafesinos. Cala hondo, despierta emociones y es una postal sonora de algún momento de nuestras vidas. Eso si, una cosa es con guitarra y otra con acordeón.