Reprimir el estornudo es muy frecuente debido a que nos da un poco de vergüenza andar expulsando nuestra saliva y gérmenes por todos lados..
Sin embargo, cuando estornudamos para adentro evitamos que el aire salga por la nariz, lo cual puede ser perjudicial para nuestra salud.
Por ejemplo, reprimir el estornudo produce los efectos contrarios a los que supuestamente debería cumplir: las partículas irritantes se arrastran hacia adentro. La fuerza del aire actúa en contra de los tejidos de la nariz y puede provocar lesiones en los vasos y venas nasales.
Los patógenos o sustancias irritantes pueden pasar a otras zonas más internas de la nariz, oído medio, senos paranasales, etc. y colonizarlas. Es decir, pueden aumentar su población y ocasionar infecciones.
Por su parte, cuando el estornudo se reprime hay un aumento en la presión en el sistema respiratorio. Los daños más habituales tienen que ver con roturas vasculares como, por ejemplo, sangrados nasales, hemorragias en los tímpanos o en la conjuntiva ocular.
A su vez, provoca inflamación en las fosas nasales y tímpanos, dolor de cabeza y de oído e incluso alteraciones en la audición. Quizás te haya ocurrido que se te taparon los oídos o te sentías algo mareado. Eso también es producto de reprimir los estornudos.
Si estamos en un ambiente donde no queremos estornudar fuerte, alcanza con tapar la boca y la nariz con un pañuelo descartable o con la parte interior del codo.
De esta manera estarás permitiendo que el aire y los microorganismos salgan de tu cuerpo y, al mismo tiempo, evitarás que contagien a otras personas al propagar infecciones o posibles enfermedades.
Una vez que deseches el pañuelo y el episodio de estornudos ha terminado (al menos, por el momento) es fundamental que te laves las manos para poder eliminar cualquier resto de bacterias y virus. Hacelo con agua caliente y jabón neutro durante 20 segundos, sobre todo antes de comer.