Depende el estudio que se haga, una persona puede llegar a tocar un teléfono entre 2500 y 3000 veces por día. Gran parte de esa adicción a estar pendientes de un smartphone está relacionado a las notificaciones. Ahora, la ciencia se dedicó a estudiarlas y qué impacto generan en nuestro cerebro. Así es que la Facultad de Psicología de la Universidad de Bergen llevó a cabo una investigación para analizar estas reacciones.
Diversas opiniones establecen que en las notificaciones “vivimos a veces una situación de recompensa muy parecida a la que ocurre con las máquinas tragaperras, y que se conoce como sistema de recompensa variable. Este ha demostrado ser tremendamente eficaz en nuestro cerebro”, detalla el sitio sobre tecnología Xataka.
Desde Twitter aportan más al tema: la investigadora de diseño de esa red social, Ximena Vengoechea, cree que “una buena notificación engancha aprovechándose de dos mecanismos uno interno y otro externo, y su perfecta sincronización. El mecanismo interno sería de corte emocional mientras que el externo sería aquel que proporciona información sobre qué hacer. Ambos terminan despertando el sistema de recompensa con diferente intensidad. La combinación es lo que permite hacer una notificación que engancha al usuario”.
De todo esto surge que los smartphone que utilizamos, o cualquier otro dispositivo, hacen todo lo posible para que estemos pendientes de las famosas notificaciones y actuemos seguidamente con una respuesta. Nada es al azar: una notificación puede llegar en el momento indicado, en el momento perfecto, perfectamente sincronizada entre la necesidad y la acción, con un alto grado de curiosidad y, finalmente, atraídos por el diseño del dispositivo que emite tal notificación.