Charla de lujo se llevó a cabo este domingo por la noche en el Instagram Live de la Liga Nacional. En un mano a mano sostenido con la periodista Noelia Ortmann, la cuenta social de la Liga se dio el privilegio de tener como invitado estelar a Carlos Delfino, uno de los íconos más representativos del básquet argentino y emblema de la Generación Dorada.
Desde su residencia en Italia, donde se encuentra cumpliendo el aislamiento junto con su familia, Delfino hizo un repaso por muchos de los hechos que marcaron su ejemplar carrera, como sus inicios con el básquet, su vida en Europa, la selección argentina, la NBA y su regreso a la Liga Nacional.
"Llegué un domingo 22, con mi señora y los mellis. En un principio el confinamiento no era obligatorio a los pocos días se hizo. Llevamos 50 días y sabemos que vamos hasta el 3 del mes que viene. Se está viviendo una situación fea acá, en las ciudades grandes por sobre todo, por acá está un poco más tranquilo de todas formas. Todos están con los recaudos necesarios, y parece que esto viene para más largo. Así que paciencia y cautela", comenzó explicando sobre cómo vive actualmente la situación en Italia, uno de los países más afectados a nivel mundial por la pandemia que hoy azota al mundo.
Carlos dio el salto a Italia desde muy joven, pero antes obviamente tuvo sus primeros pasos en Argentina, siguiendo un poco la opción por decantación por parte de su padre, Carlos, que también fue jugador. Una familia muy ligada a nuestro deporte, lo que hizo que el joven Delfino siempre respire básquet desde su concepción.
"Empecé atrás de papá, siguiéndolo, porque papá jugaba y crecí atrás de él, siguiéndolo a mi papá. No es que había otra elección, pero en casa, el plato de comida del almuerzo era el básquet, en las cenas era básquet, en los asados con amigos era básquet... siempre se hablaba de básquet. Uno se enamora de lo que ve, y yo me enamoré de la pelotita de básquet enseguida".
"Arranqué a los 6 años atrás de papá, cuando él estaba en Olimpia en Venado Tuerto. Después cuando volvía para Santa Fe siempre jugaba en Macabi de Santa Fe. Con el paso de los años fuimos creciendo y el Toro, mi viejo, se fue quedando cada vez más cerca de casa, y yo siempre en Macabi. Pasé por prácticamente toods los clubes que jugó mi papá, Deportivo Roca, Atlético San Jorge... Macabi, Unión de Santo Tomé, y el último tiempo en Unión de Santa Fe antes de irme a Italia", agregó.
Como bien relató, Delfino terminó dando un salto importante a Italia donde sus primeros años lo pasó en Regio Calabria. No obstante, previamente tenía pensado irse a Estados Unidos a estudiar y jugar, pero en su destino estaba escrito que un retraso con la visa le cambie los planes, termine jugando el Panamericano U21 de 2000 y a raíz de eso y de su buen desempeño le llegue la oferta de irse a tierras italianas.
"Era parte de una selección U21 y estaba a la espera de la visa para jugar en Estados Unidos, en un college de Miami al que estaba por ir. Rubén (Magnano) tenía que hacer los movimientos para definir el plantel que iba a ir a Brasil, en ese torneo me terminó yendo muy bien y después me empezaron a llegar ofertas, entre ellas la de Italia. Nosotros éramos juveniles y terminamos entrando en el último corte, con Adrián Boccia", recordó.
"Me fui muy chico desde casa. A Italia me terminó llevando un poco también los jugadores que conocía por parte de mi papá. Ahí ya estaban Nico Gianella, con quien terminé formando una gran hermandad, y también (Alejandro) Montecchia que ya era un referente del básquet y lo había dirigido mi viejo. Era muy chiquito cuando me fui, tenía menos de 18 años, por eso siempre digo que mis papás me bancaron un montón", dice Delfino, que en ese salto a Europa pasó al Regio Calabria.
"Me tocó crecer en un ecosistema que me gustaba mucho como lo es el básquet italiano, en un ambiente que es mejor para un argentino como lo es el sur de Italia, que quizá para la adaptación es distinto de si hubiese comenzado en la parte de acá del Norte. Además me tocó desarrollarme con jugadores argentinos en ese básquet, entonces fue un lugar ideal para que me pueda desarrollar".
Sobre sus experiencias en el viejo continente y cómo eso, a futuro, terminó acercándolo poco a poco a la selección mediante su desarrollo personal en lo deportivo, Carlos advirtió que tras los dos primeros años en Calabria valió mucho su cambio a la Fortitudo Bologna, donde consiguió crecer en su juego e inconscientemente arrimarse más aún a la selección.
"Los primeros años me tocó jugar en un equipo con el que peleábamos prácticamente por el descenso como Regio Calabria, en un equipo muy modesto porque económicamente no estaba para competir contra los grandes. Bologna es considerada la ciudad del básquet, y para el tercer y cuarto año tuve la suerte de ir a esa ciudad a ganar experiencia en un equipo importante como la Fortitudo. Traté de absorver todo lo máximo posible", comenzó explicando.
Luego agregó: "Eso me permitió seguir creciendo que a la par era la selección argentina, que venía formándose con jugadores de muchísima experiencia y donde era muy difícil entrar. Tuve la suerte de jugar un Sudamericano en Brasil, y gracias a Dios la historia dice que terminamos jugando y ganando. Y fue así como tres jugadores que éramos Leo Gutiérrez, Walter Herrmann que fue el MVP de ese torneo, y yo, nos sumemos a la preselección con los grandes. Era un pibe de 21 años, me venían pasando cosas muy rápido y no me lo esperaba, fue impactante".
Sin embargo, el cambio su vida deportiva y el impacto más grande comenzó a gestarse a partir de su ingreso al plantel que disputó los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. La recordada medalla dorada fue uno de los hitos más importantes en la vida de Carlos, y así recuerda esa experiencia, como una de las más importantes del deporte.
"Atenas es una de las experiencias más importantes de mi vida. Es la punta del diamante del básquet argentino y no temo decir que del deporte argentino en general. Porque Argentina es un país de fútbol, y que el básquet gane una medalla de oro es algo muy difícil de repetir, ojalá estemos a tiro de nuevo. Uno no debe perder la esperanza".
"Yo le doy un valor absoluto, porque aprendí muchísimo. Más allá de que jugué poco ese torneo, creo que a partir de ese año no pensaba en otra cosa que en volver a vestirme con la selección argentina. Jugué al lado de mucha gente importante, me sirvió para abrir los ojos y ver dónde estaba y dónde quería volver a estar".
Ciertamente Delfino es parte fundamental de lo que fue generando la Generación Dorada a través de los años. Más allá de la importancia a nivel deportivo que tuvo, es indudable que estamos ante un equipo que dejó grandísimos valores, preponderados no solo dentro de nuestro propio deporte sino también en todas las disciplinas que pudieron admirar el legado que sembró y cosechó un equipo inolvidable.
"Es difícil encontrar una sola palabra para definir lo que dejó la GD. En su momento, al principio de todo y antes de la medalla, era el trabajo, porque se entrenaba en doble y hasta triple turno con Rubén. En mi opinión, pienso que es muy difícil conseguir otro grupo de personas que representen la palabra 'equipo' como lo ha representado este equipo. Siempre se trató de trabajar en pos de representar a la selección argentina, y ese grupo lo plasmó y lo trabajó de la mejor manera. Creo que la palabra equipo sería la mejor para definirlo", reflexiona Carlos.
Luego llegaría Beijing 2008, con la medalla de bronce que terminó consiguiendo la selección, volviendo a poner al básquet argentino en lo más alto del mundo, y donde encontraríamos a un santafesino mucho más maduro, ya con casi 26 años.
"De Beijing no necesito acordarme de nada porque lo tengo siempre presente. Cuando fue el 2004 no jugué mucho pero quería volver a eso, y a Beijing llegué con otro rodaje. El hambre, las ganas, la experiencia y la vivencia fue distinta. Hasta último momento no sabía si lo podía jugar por un tema contractual, que hasta terminé de firmar en un equipo ruso para poder ir a jugar esos Juegos", cuenta un Delfino que en ese 2008 terminó acordando un contrato con el Khimki para ir a China.
"Para mí, por la experiencia personal que tuve entre una y otra, esa medalla pesa mucho más por todo lo que pasó inclusive, como la lesión de Manu o teniéndolo a Chapu en una pierna. Creo que lo festejamos como nunca. Me acuerdo absolutamente de todo. Terminé en Khimki en una experiencia que tuve solo por un año, lo hice porque quería jugar en la selección, y lo volvería a hacer sin dudas por volver a estar en la selección", explica un emocionado Lancha.
Jugó en la NBA un total de 8 temporadas. Luego de Atenas 2004, pasó por Detroit Pistons y en 2007 saltó a Toronto Raptors, donde estuvo una temporada. Luego de su año en Rusia regresó a la liga estadounidense, pasando por Milwaukee Bucks y Houston Rockets donde terminó sufriendo una compleja lesión. En esos años, Delfino brilló.
"La NBA es el techo. Es el sueño que cualquier chico o chica tiene. Lo que lo hemos logrado somos privilegiados. Tiene que estar acompañados de muchas cosas, entre esas la suerte. Es talento, trabajo, pero también suerte. Tuve la suerte de estar 8 años en la NBA y soy un privilegiado. Estoy muy contento de los años que estuve en una liga así, con jugadores grandiosos y entrenadores de la hostia".
"Es el lugar indicado porque no podés pensar en otra cosa que no sea jugar, en cómo entrenas, cómo te alimentas y cómo rendís. Ahí no pensas en nada, solo entrar a la cancha y jugar. Por eso es la mejor liga, por lejos, y el jugador se siente muy cómodo con eso porque valora poder tener esa posibilidad y solamente pensar en jugar", agregó.
¿Cuáles fueron sus años más recordados en la NBA? "El final de 2009 con Milwaukee y el último año en Houston del 2012 fueron los mejores en los que me sentí. Porque tuvieron una particularidad, comenzamos con la expectativa de solo jugar los 82 partidos y terminamos jugando playoffs, y aunque terminamos cayendo contra candidatos les costó sacarnos de la cancha y dimos pelea. Además tuve roles importante dentro de esos equipos, me sentía bien y cómodo", dijo.
Como dijimos previamente, Delfino sufrió una dura dolencia que lo marginó de las canchas por más de tres años, pasando por un duro proceso de siete operaciones de las cuales le costó recuperarse. Por tal motivo fueron tantas, ya las intervenciones no tenían el éxito que se buscaba para su vuelta a las canchas.
"Experiencias de lesiones tengo muchas. Lamentablemente me ha tocado mucho vivir con el kinesiólogo al lado, y creo que para el deportista es la peor parte de todas. Hace que muchas veces quieras bajar los brazos. Por momentos hay mucha frustración y soledad, pero más allá de eso llega ese momento lindo del deseo de estar y volver. Es esa llamita que tenés que llevar de lo mínimo al máximo", reflexionó sobre los golpes que sufrió a raíz de aquella fractura en el escafoides de su pie derecho.
"Me cuesta hablar y dar un consejo sobre eso, porque cada uno la vive y la afronta a su manera. Siempre hay que tratar de encontrar dónde tocarlo para sacar lo mejor, y en la lesión es así. Cada uno tiene que encontrar realmente dónde dar en el punto que le devuelva esas ganas de volver a estar en la cancha lo antes posible nuevamente. Las lesiones me han hecho un luchador. El tirar la pared abajo para mí es un motor, y hoy sigue siendo ese motor. Yo me sigo sintiendo jugador de básquet para salir a correr todos los días porque es lo que uno necesita para seguir luchando y nunca bajar los brazos".
Finalmente, en el 2017 y tras recibir tratamiento del doctor Sandro Giannini en Italia, anuncia su vuelta a las canchas de la mano de Boca Juniors, para disputar la Liga Nacional. Sin lugar a dudas, este especialista que lo intervino en esta ocasión lo reestableció, le dio la posibilidad de volver a la selección porque fue parte del plantel que jugó los Juegos Olímpicos en Río 2016. De ahí, al Xeneize.
"Para jugar las Olimpiadas me había operado ya seis veces. Cuando vuelvo acá a Italia Sandro (Giannini) me dijo que había que hacer una limpieza, porque en Río me seguía molestando. Y quería jugar, y salió la posibilidad de Boca y me encantó", explicó un Delfino que volví a jugar en nuestro país.
Y añadió, elogiando además al profesional médico de Boca, el especialista José Ossemani. "Volvería a tomar la decisión de estar en el club que esté Ossemani, porque es una persona que te vuelve a poner en cancha. Estaba Nico Gianella también con quien viví cosas muy fuertes y con quien me mando mensajes todos los días, era volver a jugar juntos; y era la oportunidad también de jugar con mi hermano Lucio, que soy 15 años más grande que él y era la posibilidad de compartir una cancha. Era la posibilidad aparte de jugar en el club del cual mi familia es hincha".
Carlos había tenido un fugaz paso de 14 partidos por Libertad de Sunchales antes de irse a Europa, muy joven aún. En su vuelta en 2016, se reencontró con una Liga que sigue evolucionando año tras año, y en su opinión argumenta este detalle del surgimiento constante de jugadores interesantes que permiten hacerla por demás competitiva y una de las más prestigiosas.
"Me encontré con una realidad extraordinaria, con un club que puede ser mucho más grande incluso de lo que ya es ahora si así lo quisiera. En cuanto a la competición, vi una Liga muy competitiva, que sigue en crecimiento año tras año y donde siguen surgiendo jugadores. Eso está bárbaro, porque te encontrás un pibe que quizá no conocés, y que te enterás después de que tal vez es un chico que el año pasado la rompió en el TNA, que subió a la Liga y que la está rompiendo. Eso es lo que tiene de bueno la Liga".
Para cerrar, y siendo una palabra autorizada para referirse al presente de la selección, Delfino habló sobre cómo siguió y analizó a Argentina en el último Mundial de China del año pasado, valorando la vara alta que volvió a dejar nuestro país en cuanto a su nivel competitivo y su juego. El santafesino valoró lo hecho por el equipo de Sergio Hernández.
"En la mutación del básquet internacional, todo lo que pasó hizo que Argentina vuelva a ganar. En la mutación ganó mucho. Hoy tener la posibilidad de, por ejemplo, tener tres bases que pueden alternarse y jugar juntos como Campazzo, Laprovittola y Vildoza que están jugando en un nivel altísimo como Europa, y hoy eso es darse un privilegio. Además tener la posibilidad de tener abajo del aro a Luis, que ojalá llegue también a los Juegos".
"Yo no esperaba que llegase hasta donde llegó. Después los ves jugar y terminabas, como en mi caso, transpirado y con ganas de correr. Es un grupo que jugó divino y ahora le toca la parte más difícil que es revalidar lo que hicieron. El factor sorpresa se pierde, pero Argentina tiene material para jugarle de igual a igual a cualquiera", cerró.