La pandemia trajo un aumento de la ansiedad y episodios aislados de pánico. Esto aumenta las enfermedades psicológicas en gran medida y sus consecuencias se podrían alargar en el tiempo. Muchas veces confundimos el ataque de pánico y el ataque de ansiedad cuando no es lo mismo.
Tienen síntomas parecidos y de ahí que los podemos confundir. Pero es importante saber distinguirlos.
Ataque de ansiedad
Aunque las causas no están claras porque puede surgir por un factor desencadenante como las preocupaciones constantes, a veces aparece sin más. Sus síntomas son sudoración, palpitaciones, falta de aire, mareo o sentir que nos morimos durante unos segundos. Normalmente es un trastorno que dura poco pero que puede repetirse en un corto espacio de tiempo. Esto es diferente de tener un trastorno de ansiedad generalizada que se prolonga a través del tiempo.
Ataque de pánico
Cuando sucede normalmente no hay un peligro real, y de pronto se siente un miedo incomprensible sin saber por qué. En la ansiedad también puede suceder pero quizás ya hay una preocupación o un estrés previo que lo desencadena.
De igual forma que el de ansiedad, el ataque de pánico también pasa por diversos síntomas como sudoración, mareo, sentirse que uno puede llegarse a morir o perder el control. En este caso, es más complejo de definir, mientras la ansiedad está más estudiada y establecida, el pánico está algo más confuso o en el limbo cuando se trata de hablar de trastornos mentales.
Los síntomas suelen durar mucho más y es tal el miedo que algunos se van al médico directamente. Hay una sensación de peligro constante, con temblores, sofocos, náuseas y vómitos, dolores en el pecho, hormigueo, sensación de irrealidad…
La persona se asusta y entonces es un círculo vicioso al miedo de que vuelva a pasar este ataque porque lo han pasado muy mal. Lo normal es querer escapar y refugiarse en un lugar seguro que suele ser estar en casa. Todo ello puede desembocar en un trastorno de pánico.
Ansiedad generalizada
El ataque puede durar segundos, pero la sensación de ansiedad y el estado en sí se prolonga en el tiempo. Hay quienes pueden sentirse con diversos síntomas durante bastante tiempo y hay que tratarlo especialmente si no nos deja continuar con la vida normal.
En general, los síntomas de la ansiedad, ya no del ataque de ansiedad, son cansancio, nerviosismo, preocupación excesiva, dificultad para concentrarse, mareos continuados, problemas de sueño.
Diagnóstico y tratamiento
Si esto nos ha pasado una vez y no tenemos más síntomas quizás lo podemos sobrellevar con ejercicio, buena respiración y rebajando el nivel de estrés. Si hay cambios continuos y los ataques remiten necesitamos un buen diagnóstico para diferenciar y dar el tratamiento adecuado, que depende de cada profesional y paciente. Lo que debe quedar claro es esta diferencia y pensar en que se trata de un problema bastante común pero que puede agravarse con el tiempo y conviene ponerle remedio.