Ayer, mientras desde Básquet Plus hablaban con Sergio Hernández en relación a su futuro, Oveja lo hacía, de alguna manera, como exentrenador de la selección argentina. Siendo el que más años estuvo en el cargo en la historia (13 años entre sus dos procesos, 2005-2010 y 2015-2021), su voz sonaba algo rara, pero también muy convencida. Él mismo dijo en la nota que creía que había que hacer una renovación.
¿Cuál es el futuro concreto e inmediato? Hay un tema no menor y es que no hay demasiado tiempo para pensarlo. Si Borro pensó que Hernández no debía seguir o que podía decirle que no, tuvo que tener su plan B en la cabeza desde hace tiempo, porque según le dijo a Básquet Plus, piensa tener el tema resuelto para fin de este mes, máximo primeros días de setiembre.
Más allá de las opciones, el punto será conocer cuál es la idea de la CAB. Desde 1997, cuando asumió Julio Lamas en reemplazo de Guillermo Vecchio, e incluso podríamos sumar a Vecchio en la idea, siempre se contrataron entrenadores por ciclos olímpicos. Vecchio estuvo desde 1993 a 1996, Lamas de 1997 a 1999 (se fue para fichar por Baskonia, pero Argentina ya estaba fuera de los Juegos de Sydney 2000), Magnano de 2000 a 2004, Hernández de 2005 a 2010, Lamas de 2011 a 2014 y otra vez Hernández desde 2015 a hoy.
Mantener entrenadores ha sido una de las grandes responsables de los logros conseguidos. Tres entrenadores en 24 años. Cuatro en 28. Si se mantiene ese filosofía, lo lógico sería que el próximo entrenador firme, como mínimo, hasta París 2024. ¿Pero qué se buscará? ¿Un entrenador experimentado, con mucha capacidad de cancha, o alguien que tenga la tarea de reorganizar un poco todo tras la salida del último Generación Dorada, Luis Scola?
A priori, da la sensación de que se necesitan ambas cosas, y no necesariamente tienen que ser hechas por la misma persona. Se puede fichar a un entrenador para el equipo, y a un director deportivo o director general para que arme un plan a largo plazo pensando en la formación de los jóvenes, su inserción entre los mayores, en cómo hacer ese trabajo con lo que hay, planificar lo que no está hecho y haga algo más programático.
Por lo pronto, todos los cañones en cuanto al reemplazante apuntan a Néstor García. El Che es de la camada de Hernández y Lamas (56 años), de hecho los tres son bastante amigos, y ya ha trabajado en la selección, como entrenador del equipo que ganó el Sudamericano en 2012 (ahí arrancó Campazzo), y antes como asistente de Lamas en el Preolímpico de Mar del Plata 2011, con todas las estrellas.
Néstor tiene muchos puntos a favor. El más importante: su capacidad es innegable para el cargo. Y es respetado por colegas y jugadores. Tiene muchísima experiencia internacional. Dirigió a la selección de Uruguay, a la de Venezuela (con la que logró objetivos increíbles), y a la de Dominicana en el Mundial de China. Un trotamundos. Conoce a los jugadores del mercado mundial. Otro punto a favor es que está ilusionadísimo con dirigir a la selección.
Si la CAB espera que sea la misma persona la que dirija al equipo y haga la reorganización general, deberá contratar a alguien más para esa función específica, porque no es la especialidad del Che. Néstor es muy bueno para sacar lo mejor de los jugadores que tiene, en las condiciones que sea. Lo ha demostrado incluso en la acb con el Fuenlabrada, pero no es alguien para armar un proyecto a largo plazo. Salvo que se le den las herramientas para que él elija al personal idóneo para que lo haga. Pero no lo haría él.
De hecho, en Venezuela, su proceso más largo en su carrera profesional fuera de la Argentina (en Peñarol estuvo 5 años seguidos), estuvo 4 años (2013, 2014, 2015 y 2016), sin hacer una promoción de jugadores jóvenes, sino llevando a lo más alto a la muy buena camada que tenían en ese momento: los hermanos Vargas, Guillent, Colmenares, Cubillán, Bethelmy, Graterol, Echenique, Ruiz y ocasionalmente Greivis Vázquez. Con ellos ganó 2 Sudamericanos, el Preolímpico 2015 y se clasificó a los Juegos Olímpicos por primera vez después de 1992.
Su trabajo se vio muy beneficiado por dirigir al mismo tiempo a Guaros, donde estaba la mayoría de los jugadores de la selección. Era casi como entrenar todo el año con el equipo nacional. Pero nunca hubo incorporaciones de jóvenes. Se exprimió al máximo la mejor camada venezolana desde los 90.
Muchos creen que este momento es ideal para que se sume de alguna manera Julio Lamas a la Confederación, luego de su paso de 4 años por Japón, donde justamente organizó un proceso que más allá de no haber ganado partidos en el Mundial y en los Juegos, hizo de Japón un equipo competitivo a nivel internacional, que puede presentarse a la cancha con seriedad, y ahora con proyección, con un plantel joven con talento, talla y disciplina táctica.
También podría ser convocado para la doble función de entrenar y reorganizar a la selección, algo que ya hizo en 1997 y, de alguna manera, también en el 2010, cuando se empezó a pensar ya en el futuro post GD tras Londres 2012 y comenzaron a tener algún espacio jóvenes como Campazzo, Delía, Laprovittola y otros. ¿Puede Rubén Magnano tener también alguna participación en esta reconstrucción? Suena a Argentina año verde ver una CAB con toda esta gente valiosa trabajando por un objetivo: mejorar al básquet argentino. Pero soñar no cuesta nada. Ni siquiera es un tema económico el obstáculo, sino buscar la grandeza de los involucrados (de todos).
Los más optimistas imaginan una nueva era con Pablo Prigioni como cabeza, pero el cordobés le ha dicho ya en su momento a Básquet Plus que no está en sus planes por ahora dirigir a la selección. ¿Qué pasaría si se armara un esquema de part time y pudiera complementar las dos funciones? No parece algo fácil. Primero, porque el asistente de la NBA trabaja mucho más que el entrenador principal. Tiene una exigencia enorme, pocos días libres y algo así necesitaría un aval de la franquicia, y de la familia de Pablo. No suena posible, aunque tampoco descartable en un ciento por ciento.
¿Más opciones? En algún momento sonó el nombre de Lucas Victoriano, y en otros hasta se escuchó el rumor de buscar algún extranjero, opción que nos parece absolutamente absurda. Que siga alguno de los asistentes de Hernández, sobre todo Santander, tampoco parece una chance viable. Seamos honestos: si se va Sergio, es por una incompatibilidad ideológica con Borro (mutua), con lo cual no sería muy lógico que uno de los suyos quede a cargo. Quizá sí algún asistente, en la misma función, pero también parece poco probable.
Las cosas se verán más claras en no muchos días más, cuando desde la CAB se empiecen a mover las fichas en una u otra dirección. En noviembre empiezan las ventanas para el Mundial 2023 y, aunque parezca pronto, se empieza a jugar también París 2024, porque ese Mundial será el que clasifique para Francia. No hay tiempo para perder, pero tampoco se puede errar el movimiento.