Argentina debutaba en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 contra Serbia. A menos de 4 segundos para el final, el equipo que dirigía Rubén Magnano perdía por por un punto. La jugada preparada, la salida de Alejandro Montecchia, el pase a Ginóbili y Manu, cayéndose, sin ángulo, sin tiempo, de palomita para evitar la tapa, metió el doble que le permitió a la Selección ganarle al campeón del mundo. Todos los jugadores encima suyo festejando y el técnico Magnano corriendo alrededor de la cancha. Hoy se cumplen 17 años de aquella epopeya.
Tan maradoniana fue la capacidad de reacción y resolución de Manu, que el mismo Montecchia se comparaba con el Negro Enrique, por aquel pase a Maradona en el segundo gol de Diego a los ingleses en el Mundial 86. Es cierto, es sólo un juego periodístico comparar dos situaciones de juego diferentes de dos deportes bien distintos. Pero el sello de Ginóbili en el equipo, su jerarquía, tuvo un punto fuerte en aquella palomita histórica.
De hecho, en esos Juegos, Argentina terminó colgándose el oro. Quizá, sin esa medalla, la jugada no hubiera adquirido el valor que finalmente tuvo en la historia del equipo ganando un partido que parecía perdido para muchos. Menos para Manu que tendría su barrilete cósmico...