Si bien ir al gimnasio regularmente es una de las maneras que tenemos de mantenernos en forma, si no somos cuidadosos se nos puede volver en contra como consecuencia de un mal movimiento en particular, o lentamente si es que estamos realizando mal alguna técnica, lo que podría afectar los huesos o músculos.
Normalmente, las zonas del cuerpo que suelen lesionarse allí son las que se encuentran más expuestas al impacto del ejercicio, como por ejemplo espalda, hombros, rodillas, tobillos o caderas. Cómo evitar eso:
Esfuerzo progresivo: si el primer día que vas querés levantar más peso del que realmente estás capacitado, es probable que tus músculos sientan el impacto, cedan, y les cause algún daño o, peor aún, puedas darte un golpe fuerte con una máquina, barra o mancuerna. Mejor ir despacio.
Las posturas: ocurre también que, si no cuidamos el modo en el que llevamos a cabo los diferentes puntos de la rutina, podemos llegar a activar músculos equivocados, generándoles problemas. Cuidar la correcta postura, con una espalda bien alineada en todos los casos, es clave para que tu progreso sea verdadero, aunque sientas que eso no te permite levantar tanto peso.
Ángulos: los ángulos demasiado abiertos pueden ser una buena alternativa a la hora de definir grupos musculares, pero debés tener una muy buena base para optar por ellos. En tus primeras semanas, y hasta meses, lo ideal es no pasar de los 90°, evitando esos esfuerzos por encima del límite que ponen en riesgo músculos, tendones y ligamentos.
Orden: una de las lesiones más frecuentes en el gimnasio es la tendinitis del manguito rotador, básicamente, porque muchos quieren entrenar sus hombros sin dedicarle el tiempo necesario anteriormente a los pectorales, claves para soportar el peso que recae sobre éstos cuando se los entrena, provocando esa lesión tan habitual.
Además, siempre dedicale tiempo a la entrada en calor y a elongar bien luego de terminar tu rutina.