Los lentes de contacto son un tratamiento corrector de la visión, muy seguro, pero no exento de provocar alguna infección ocular. La queratitis (inflamación de la córnea), producida generalmente por la acanthamoeba, es la infección más frecuente, aunque hay otros factores que favorecen la aparición de infecciones:
– Uso prolongado. Si bien se suele tener muy interiorizado que hay que dejar descansar el ojo por la noche, no se es tan consciente cuando las horas de vigilia se alargan. Es recomendable retirarlos al final de la jornada, aunque no sea la hora de acostarse, y usar unos lentes convencionales. De la misma manera que al ir a dormir realizamos un ritual como retirar el maquillaje, quitar los lentes de contacto también ha de incluirse como hábito ineludible.
– No limpiar adecuadamente las lentes, el estuche, reutilizar la solución limpiadora o no usar una de específica para lentes de contacto. Mantener una buena higiene de los elementos y de las manos a la hora de ponerlas o sacarlas del ojo es básica primero para no dañar la lente y segundo para no ser nosotros mismos la vía de la infección ocular.
– Factores ambientales que produzcan sequedad ocular.
– Presencia de microbios bajo la lente.
– Bacterias, hongos y parásitos.
– Virus del herpes.
Todo ello puede producir una sintomatología variada que se manifiesta principalmente por un enrojecimiento del ojo, picor y en ocasiones dolor, secreciones oculares y lagrimeo, sensación de la presencia de un cuerpo extraño en el ojo, así como fotofobia y visión borrosa. Toda una serie de síntomas molestos que se agravan con rapidez si no se tratan de manera específica.
Además, algunas de estas infecciones oculares, en especial las producidas por la acanthamoeba, muy habitual y de difícil tratamiento, pueden provocar, en los casos graves, cicatrización de la córnea y requerir un trasplante debido a los problemas de visión. Por este motivo ante cualquier sospecha, acudir al oftalmólogo para que haga una revisión y aplique el tratamiento adecuado evitando.
Si bien el uso de lentillas está cada vez más extendido no siempre en el tratamiento corrector más indicado, por ejemplo, en personas que:
– Tienen alergias graves.
– Son propensas a las infecciones oculares.
– Tienen tendencia a la sequedad ocular.
– Trabajan en espacio con mucho polvo.
– No son capaces o no pueden llevar un estricto control de higiene y cuidado de los ojos y de los lentes.
Para evitar cualquier infección es necesario revisar periódicamente las lentes para detectar cualquier imperfección que pudiera producir un rasguño o la aparición de vasos sanguíneos en la córnea. Estas revisiones se harán en función del tipo de ojo, el problema que se presente y las necesidades visuales. Evitar adquirir lentes cosméticas de colores o para disfraces en establecimientos no especializados, ya que no gozan de las supervisión de un oftalmólogo que pueda garantizar la seguridad de su uso.