10 en Deportes - Entrevista

Martes 25 de Enero de 2022 - 07:48 hs

Rubén Rossi: "El fútbol necesita más artistas y menos trabajadores"

El argentino, que jugó y ganó junto a Maradona el Mundial juvenil del 79, que fue exjugador profesional y que posteriormente dedicó su vida a la formación de jóvenes futbolistas, presenta a ABC su «conspiración lúdica»

Rubén Rossi (Santa Fe, Argentina, 1960) jugó y ganó el Mundial Juvenil de 1979 junto a Maradona, del que guarda un grato recuerdo. Fue futbolista profesional durante una década y, posteriormente, empeñó su vida en una misión, que como él mismo comenta, reside en «devolver el fútbol a sus verdaderos dueños, los niños», motivo por el cual ha publicado su segundo libro titulado ‘Con el fútbol no se juega’ (Dédalo). Como preámbulo a la afable charla, el referencial argentino recuerda una cita del neurocientífico Francisco Mora: «El juego es el disfraz del aprendizaje, solo se puede aprender bien aquello que se ama».

¿Cómo era el Maradona adolescente?

Maravilloso, guardo los mejores recuerdos de él. Conmigo fue un compañero excelente, una persona extraordinaria.

En ese equipo, él era mil puntos y yo era un punto; yo había jugado dos partidos en tercera división, él ya hacía tres años que jugaba en Primera y sin embargo me trataba como si el Maradona fuera yo. Siempre con una palabra de aliento, jamás con un reproche... un compañero que cumplía los mismos horarios que yo y a la hora de entrenar y de jugar era el mejor.

Lo que hizo en Nápoles fue una epopeya griega.

Totalmente, también podría encajar en el realismo mágico de García Márquez. Era el pueblo pobre que a través de su rey se convierte en un imperio y domina el Calcio, cuando era uno de los equipos menos poderosos de Europa. Usted no se olvide que en esa época los jugadores no estaban tan protegidos como ahora por el arbitraje. Basta ver el Mundial del 82 donde Gentile lo castigó furiosamente durante todo el partido. Sin embargo, Diego siempre sacaba esa cuota de personalidad que le sobraba para imponer su juego. Sería curioso ver cómo sería Maradona en el fútbol actual, tan protegido por todas las cámaras, tan protegido por los mismos árbitros. A veces dicen ‘¿Maradona podría jugar en el fútbol de ahora?’ Yo no tengo duda, lo que sí me genera duda es si muchos de los jugadores de ahora hubieran podido jugar en la época de Diego.

¿Qué suponía para usted competir contra él?

Mi entrenador en Colón de Santa Fe me pidió que le hiciera marcaje al hombre; como yo lo conocía de la selección y éramos amigos, le cuento el resultado: perdimos tres a cero, imagínese quien hizo los tres goles del otro equipo. Ahí te das cuenta de que todo lo que se dice previo de un futbolista, en realidad, cuando empieza a rodar el balón tiene poca importancia. Es como si usted fuera mi entrenador, yo soy central y vamos a jugar contra el PSG y me dice 'guarda, que cuando Messi se tire a la derecha, va a cortar para dentro para atacarnos'. Si yo ya lo sé, si usted me dice cuando yo lo neutralizo. Pero usted me va a decir el cómo, pero nunca el cuándo.

Hablemos de usted. Habiendo sido jugador profesional, ¿por qué decidió dedicar su vida al fútbol formativo?

Pues precisamente fue a raíz de mi carrera profesional. Cómo podía ser que un chico de un barrio muy pobre de Santa Fe, que nunca jugó en fútbol base, que jamás fue invadido por ninguna ciencia ni por ningún método pedagógico, llegó a ser lo que yo fui. Y ahí empecé a ver que había algo que no me cerraba. Entonces empecé a investigar, empecé a ver que había mucho que tenía que ver con la pedantería docente entre los adultos, de creer que nosotros enseñamos a jugar a la pelota, y a partir de ahí, comencé lo que he llamado mi conspiración lúdica, que trata de devolver el juego a sus verdaderos dueños, los niños. Desde ahí desarrollé mi teoría, que no es ni un plan ni un modelo, simplemente apunta a que el niño aprende jugando, y jugando se va haciendo futbolista.

¿Cree que este deporte está perdiendo el componente lúdico debido a un exceso de competitividad?

Un niño llega con diez años con la voluntad de aprender a jugar a la pelota y termina solamente con la motivación de ganar. Porque usted puede ganar de mil formas, pero puede perder la capacidad de aprender. O sea, un equipo en benjamines sale campeón y los jugadores creen que aprendieron y no, no aprendieron, consiguieron el objetivo de los adultos. En su justa medida, todos jugamos para ganar, el fútbol es competitivo y no hace falta leer a Piaget para saber que por naturaleza el niño es competitivo, pero se trata de bajarle ese grado de competitividad para hacerle comprender que tiene que aprender a jugar bien, porque si juega bien a la pelota en el fútbol base, en el profesional tendrá más oportunidades de ganar. Hoy se antepone el resultado deportivo a la formación, hasta tal punto que como dijo mi amigo Jorge Valdano: «Los jugadores, hasta cuando están solos, buscan a alguien para darle un pase». De lo que se trata en el fútbol no es de los saberes que uno tenga, sino de lo que aprendan los jugadores y los jugadores aprenden por medio del juego. Y voy a ser más duro: cuanto más intervenga el adulto en el juego del niño, menos posibilidades tiene ese niño de jugar en Primera División.

¿Tuvo la oportunidad de entrenar a nivel profesional?

Sí, he tenido varias oportunidades, pero siempre me especialicé en fútbol base. Le pongo un ejemplo: en una ocasión, en un club donde era el coordinador, que el presidente cesó al entrenador del Primera División y me dijo que quería que yo fuese el próximo técnico del primer equipo. Le dije: «No, porque usted me trajo a mi como plomero y ahora se le rompe el techo y quiere que yo se lo arregle. Yo no sé arreglar techos, yo soy un experto en cañerías». Uno tiene que tener la humildad para reconocer de lo que es capaz y de lo que no, y creo que si tengo algún conocimiento es en el desarrollo del fútbol base. No tengo nada que ver con el fútbol profesional.

¿Qué cree que puede aportar su nuevo libro (‘Con el fútbol no se juega’) al mundo del fútbol?

No sé si aportará algo al fútbol en general. Lo que yo he tratado de hacer es precisamente defender la idea de la que estamos hablando. Dijo Picasso: «Me llevó toda la vida aprender a pintar como un niño», a mi me llevó toda la vida aprender como aprende un niño. Recuerdo una vez que estaba charlando con el coordinador del fútbol infantil de un club en el que trabajaba que mientras los chicos salían del entrenamiento uno le dijo a su compañero: «Mañana no vengo a entrenar porque me quedo a jugar a la pelota con mis amigos», ¡con una felicidad! Entonces le dije al coordinador: «Acá estamos haciendo algo mal, porque si este pibe está tan feliz de no venir a entrenar y se queda a jugar con los amigos es porque acá no juega, acá trabaja, y yo necesito que mis jugadores jueguen». Si le creamos al niño una responsabilidad le aseguro que en la adolescencia va a abandonar. Imagínese un chico de quince años, que hace siete años que entrena todos los días cuatro veces por semana y además el domingo tiene que ganar, porque si no, papá, mamá, el técnico y el coordinador se enojan. A los quince años es un veterano de mil batallas. Se cansó, lo aburrimos, lo convertimos en un oficinista del fútbol. Y nosotros necesitamos más artistas y menos trabajadores.

Fuente: ABC