Los avances tecnológicos en materia de salud están causando una revolución basada, principalmente, en la posibilidad de disponer de herramientas que permiten mejorar de manera significativa diagnósticos y tratamientos de muchas enfermedades. En ocasiones, estos avances se traducen en dispositivos solo vistos hasta hace poco tiempo en libros y películas de ciencia-ficción. Es el caso de la cápsula endoscópica, un dispositivo del tamaño y forma de las cápsulas de toda la vida que se ingieren por vía oral, pero que en este caso sirve para mostrar lo que sucede en el interior del tubo digestivo de los pacientes. Esta cápsula permite obtener imágenes de gran resolución del tubo digestivo y ha demostrado ser costoeficiente para la detección precoz de enfermedades del intestino delgado.
La cápsula contiene una cámara inalámbrica que permite ir registrando todo lo que encuentra a su paso. Para su uso no se requiere nada en especial. La preparación del paciente y la realización de la prueba son muy sencillas. Antes de realizar la exploración, el paciente ha de tomar un laxante y, en ocasiones, algún otro medicamento para facilitar el recorrido de la cámara.
La prueba, que suele durar unas ocho horas, no precisa de ingreso en el hospital y es mínimamente invasiva. El paciente debe llevar un cinturón con los sensores que permiten acceder a las imágenes que irá obteniendo la cámara. Una vez se ha tragado la cápsula, el paciente abandona el centro médico y puede hacer vida normal. Pasadas ocho horas, aproximadamente, ya se puede liberar al paciente del cinturón y acceder a las imágenes grabadas.
Observar el interior del intestino delgado
La endoscopia capsular es una técnica usada ampliamente y que permite a los médicos ver más claramente lo que hay en el intestino delgado, una zona del interior del cuerpo humano a la que no se llega fácilmente con los procedimientos endoscópicos tradicionales, que consisten en hacer pasar un tubo largo y flexible por la garganta o por el recto. Este tubo contiene una cámara que va emitiendo imágenes.
La endoscopia capsular ayuda a detectar enfermedades en el intestino delgado y se aconseja su realización cuando se trata de descubrir la causa de una hemorragia gastrointestinal o de diagnosticar enfermedades intestinales inflamatorias, como la enfermedad de Crohn, o también para el diagnóstico del cáncer, ya que permite identificar tumores en el área examinada. En ocasiones, la exploración tiene como objetivo detectar pólipos o examinar el esófago para comprobar si hay várices.
La cápsula endoscópica emite las imágenes con señales similares a las de la transmisión por radio. Tiene el tamaño de una píldora (11x26 milímetros) y mediante un trasmisor envía las imágenes a los sensores ubicados en el cinturón que lleva el paciente. Estos sensores, a su vez, envían las señales a una grabadora que el paciente llevará unida al cinturón durante la duración de la prueba. La cápsula se mueve por todo el aparato digestivo mediante los movimientos propios del intestino, enviando entre dos y seis fotogramas por segundo.
La citada cápsula será expulsada de manera natural por el recto junto con las heces. El momento de la expulsión varía en función del ritmo intestinal de cada persona. Si a las dos semanas no se ha expulsado, se deberá consultar al médico por una posible retención de la misma en el tracto digestivo y se podrá estimular la expulsión con medicamentos o con la realización de una exploración endoscópica específica (enteroscopia profunda).