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Sábado 10 de Febrero de 2024 - 13:30 hs

Mama Antula, el camino de la primera santa argentina

Este lunes será histórico, cuando el Papa Francisco canonice a la argentina que hizo un milagro al salvar la vida de un santafesino. Conocé la historia de María Antonia de Paz y Figueroa.

Actualizado: Sábado 10 de Febrero de 2024 - 17:47 hs

Este lunes, en el Vaticano, el Papa Francisco canonizará a la beata argentina María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como "Mama Antula".

Este hecho se da después de que la Congregación de las Causas de los Santos aprobara un milagro atribuido a su "intercesión" ocurrido en 1904. De esta forma, la beata de los Ejercicios Espirituales se convertirá en santa con una ceremonia en la Plaza San Pedro, y será la primera santa mujer argentina.

Los otros son José Gabriel "cura" Brochero, canonizado en 2016, y al ítalo-argentino Artémides Zatti en 2022.

Así se prepara el Vaticano para la canonización de Mama Antula

En 2010, el Papa Benedicto XVI había dado el primer paso hacia la beatificación de Mama Antula al considerarla "venerable" tras reconocer que "practicó las virtudes cristianas en grado heroico". Seis años después, fue beatificada en su provincia natal de Santiago del Estero.

"María Antonia era conocida en la iglesia por su extraordinaria labor, el carisma de nuestra beata consistía en arrancar el mal del corazón del hombre y plantar la semilla del bien, fue una incansable misionera, mediante la práctica de los ejercicios espirituales", dijo entonces el cardenal Angelo Amato.

La Agencia Informativa Católica de Argentina (AICA) destacó que "en los albores de la Patria -cuando aún el territorio formaba parte del virreinato del Perú- una mujer laica, vestida con ropa de varón (un hábito jesuita), puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre".


De María Antonia de Paz y Figueroa a "Mama Antula"

Nació en 1730 en Villa Silípica, provincia de Santiago del Estero y recibió su apodo por parte de la población quechua, lengua que hablaba.

A los 15 años, según se cuenta en la biografía "La mujer más rebelde de su tiempo", desafió a su padre al anunciarle que no se casaría ni sería monja. Así, comenzó su práctica religiosa al acercarse a los jesuitas "con una decisión libre y espontánea que brotó del amor a raíz de su vocación cristiana".

Desde muy joven, y durante más de dos décadas, colaboró con los jesuitas en la promoción y organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa, San Ignacio de Loyola (1491-1556). 

El libro "Descalza. Mamá Antula, la mujer que desafió los poderes máximos", escrito por las periodistas Nunzia Locatelli, Cintia Suárez y Gisela García, relata que en 1767 los jesuitas fueron expulsados de América del Sur, pero María Antonia desobedeció al poder y se enfrentó tanto al rey de España, Carlos III, como al papa para mantener la obra de la Compañía de Jesús.

La Casa de los Ejercicios Espirituales que aún sigue en pie

Tras la expulsión de los jesuitas del país, fue de ciudad en ciudad por las regiones pobres del nordeste argentino promoviendo ejercicios espirituales según el espíritu ignaciano.

Caminó descalza miles de kilómetros del actual territorio argentino impulsada por la fe y por su vocación de ayudar a los pobres y desprotegidos.

"Recorrió a pie casi 5.000 kilómetros por el virreinato del Perú -a lo largo del territorio de las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba- y, cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata, se instaló en las costas porteñas, donde "puso de moda" los ejercicios espirituales ignacianos y construyó uno de los edificios más antiguos de la ciudad: la Santa Casa de Ejercicios (de 1784), aún en funcionamiento", relató AICA.

"Acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora se encuentre olvidado", agregó la agencia. "La futura santa desafió así las convenciones de la sociedad colonial y tuvo una influencia crucial y postrera en el clima independentista de mayo de 1810".

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En 1779, María Antonia llegó a Buenos Aires por un camino que ahora conforma la Avenida Rivadavia y que entonces era la ruta de esa época. A pesar de la austeridad que rodeó su vida, cuando llegó a Buenos Aires logró construir la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, uno de los principales objetivos de la beata, que logró levantar sobre terrenos donados y con fondos provenientes de limosnas de los fieles. 

En solo ocho años, María Antonia consiguió ofrecer los ejercicios espirituales -que consisten en meditaciones realizadas a través de un espacio personal de reflexión que incluían silencio, lecturas y charlas con un sacerdote- a 70.000 personas.

AICA relató que "su tarea implicaba un fuerte impacto social: protegía a las mujeres sin casa y albergaba a los niños abandonados, alimentándolos, vistiéndolos, dándoles un hogar y bautizándolos con el apellido 'San José'". En las tandas de ejercicios espirituales "convivían ambos sexos de todas las clases sociales y condiciones: autoridades, patricios, nobles, criollos, campesinos, mercaderes y esclavos, en un preclaro ejercicio de fraternidad humana", agregó la agencia.

Mama Antula participó de la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola "hasta su último suspiro, cuando falleció a la edad de 69 años, algo excepcional para la época", relató. "Ella quería ayudar, servir a un sector de la sociedad desposeído y olvidado, pero no como monja. De hecho, no hace voto de obediencia, sí de castidad y de pobreza, pero no de obediencia en ninguna orden".

 

Actualmente el mausoleo que guarda sus restos, declarado "sepulcro histórico nacional", se encuentra en la nave lateral derecha de la iglesia Nuestra Señora de la Piedad, ubicada en Bartolomé Mitre y Paraná, en el barrio porteño de Balvanera.

Los dos milagros que allanaron su camino a la canonización

El primero es la curación de la hermana religiosa Vanina Rosa en 1905. Según la documentación existente, se trató de una colecistitis aguda, con todos los síntomas del shock séptico, que en aquella época, sin antibióticos, era mortal. Pidiendo el milagro por intercesión de la fundadora de su orden religiosa, se recuperó rápidamente, lo que demostró la gracia que la lleva a la beatificación.

El segundo milagro nos toca de cerca a los santafesinos y ocurrió en 2004 con la sanación de Claudio Perusini, quien había sido alumno del papa Francisco, ​y sufrió un "ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico" que lo dejó en estado grave y al que los médicos no le dieron chances de mejoría. 

Entonces, el rezo a Mama Antula produjo su milagrosa curación. La historia clínica fue enviada a Roma para ser evaluada por nueve médicos distintos de otras partes del mundo y estos no encontraron explicación lógica a la recuperación.

Fuente: LT10