Matías Reali despertó de su sueño más profundo. De jugar en Jujuy, a romperla en la Lepra mendocina y llegar a San Lorenzo. La película de su carrera iba en pleno ascenso, hasta que alguien paró la cinta y le puso stop a su vida de paraíso. La bomba que detonó Daniel Vila, el presidente de Independiente Rivadavia, dejó al delantero en medio de la marea. De un lado, San Lorenzo, del otro, el Azul del parque.
Al punta lo notificaron del barullo en plena pretemporada. Luego de jugar contra Progeso en el primer amistoso como titular, un integrante del cuerpo técnico lo puso al tanto de lo que ocurría del otro lado de la frontera. Claro que su entorno ya estaba al tanto, lugar en el que se resguardó para pasar el golpazo que significó la caída de su pase. La noticia fue una bomba que impactó de lleno en su cabeza, provocando un cimbronazo anímico.
Si bien fue el propio Vila el que pidió que su retorno para unirse a Independiente en Córdoba, su anhelo está, al menos por ahora, lejos de cumplirse: Reali sigue entrenando bajo las órdenes de Pipi Romagnoli, y el Ciclón es el lugar dónde quiere estar. El comunicado oficial del club de Boedo parece que no causó efecto porque en la Lepra se mostraron firmes con la decisión: "Con San Lorenzo no hay vuelta atrás", dijo el presidente.
Ahora, el dilema lo tiene el jugador: ¿Se pone firme y no regresa o acata lo que marca su contrato y vuelve con pasaje destino a Mendoza? Para Reali, volver significaría un paso atrás, no en detrimento del club que lo catapultó a las luces de primera, sino en su carrera. Para su vida deportiva, la hermosa etapa en la Lepra ya era parte del baúl de los recuerdos. Creció como futbolista y dejó su mejor imagen, dando el salto para continuar superando etapas.