Colón a esta altura está entre el cielo y el infierno. A cinco puntos de la cima y la misma cantidad de salir del Reducido, por lo que ya no hay margen para equivocarse. Menos de local, donde parece ser lo único que sostiene la ilusión, porque de visitante el saldo ahora se fue a cinco derrotas en fila.
A esta altura resulta inexplicable la notoria merma de rendimiento cuando el Sabalero sale de su zona de confort. No puede adaptarse a otros terrenos de juego y tampoco puede encontrarle la vuelta al plan de los rivales que, dicho sea de paso, dan un plus contra Colón.
En el rendimiento de visitante es un equipo del montón, pero con un detalle que se mantiene y llama mucho la atención. Hace 10 partidos que no gana en esta condición, pero las últimas cinco caídas fueron de la misma forma: 1-0. Con poco los adversarios se imponen.
Es pegar y luego aguantar, aunque en el Alfredo Beranger la superioridad del local se notó. Ni hablar cuando el elenco de Rodolfo De Paoli se quedó con 10. Un hecho agravante es que casi no pateó al arco, en otro síntoma de la malaria generalizada dentro y fuera de la cancha.
Quedan cuatro partidos de local y tres de visitante. Son 21 puntos y la sensación es que, si no corta la sequía en la ruta, con lo que haga en casa podría no alcanzar.