Ante cualquier infección bacteriana en un niño -una faringitis estreptocócica o una infección en el oído- la primer decisión de un pediatra siempre es recetar antibióticos, seguramente amoxicilina, uno de los más recetados en el mundo.
La irrupción de los farmacología en la medicina fue sin dudas revolucionaria. El científico Alexander Fleming descubrió la penicilina en 1928, cuando se dio cuenta de que las bacterias que estaba estudiando no crecían cerca de un moho llamado Penicillium chrysogenum. Desde ese momento la comunidad científica supo que los antibióticos pueden eliminar las bacterias de diferentes maneras. La penicilina, por ejemplo, debilita la membrana celular y causa que las agente patógenos estallen cuando se reproducen. Otras frenan el crecimiento bacteriano para que el sistema inmune termine de matarlos.
En la actualidad, los antibióticos -utilizados de forma tópica, inyectable, o por vía oral- son relativamente fáciles de producir y este podría ser uno de los motivos por los que hace unos años la comunidad médica notó con preocupación que las bacterias se están volviendo cada vez más resistentes. Esto significa que los que antes eliminaban las bacterias ahora ya no son eficaces.
"Los antibióticos funcionan mediante la interrupción de algún aspecto de la función bacteriana. Pero con el tiempo, las bacterias pueden mutar o cambiar", dijo el pediatra Howard J. Bennet del Chevy Chase Pediatrics Center al Washington Post.
"Supongamos que una bacteria accidentalmente produce una enzima que reduce la eficacia de un antibiótico. Esta bacteria tiene más probabilidades de sobrevivir y, por lo tanto, reproducirse, que una que no es resistente al antibiótico", explicó.
“Con el tiempo, más y más bacterias serán ‘más fuertes’ que el antibiótico hasta que la droga ya no funcione”.
La resistencia proviene casi exclusivamente del uso excesivo de antibióticos. Pero, ¿por qué los niños de hoy en día están siendo medicados innecesariamente con antibióticos? Principalmente porque la accesibilidad muchas veces da lugar a que ante el primer síntoma, los padres deciden "automedicar" a sus hijos con lo que creen que es conveniente. Muchas veces se cree que ante un cuadro viral como un resfrío, catarro o gripe un tratamiento antibiótico es la herramienta más eficaz. pero esto es un error ya que éstos no funcionan contra los virus.
En este cuadro no sólo no mejoran la infección, sino que se pueden eliminar a las bacterias "buenas" y permitir que las otras se reproduzcan, lo que conduce a infecciones cada vez más resistentes.
En septiembre de este año representantes de la salud de todo el mundo debatirán sobre el problema de la "pérdida de efectividad de los antibióticos" en una reunión que se realizará en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este contexto, expertos y funcionarios de los sectores de la salud, la agricultura y la economía debatieron en la ONU y en el Club Yale de Nueva York sobre diversos aspectos a tener en cuenta en esa cumbre.
"Lo que es claro es que todos los países del mundo necesitan dejar de tratar a los antibióticos como si fueran dulces", dijo el presidente de la Revisión sobre la Resistencia Antimicrobiana, Jim O'Neill en declaraciones a la prensa.
Para evitar la propagación del uso indebido y como consecuencia el crecimiento de la resistencia bacteriana en todo el planeta, es necesario que siempre sea bajo la indicación de un médico y que se respeten las instrucciones en cuanto el horario de la toma, la dosis y la duración del tratamiento a pesar de que desaparezcan los síntomas.
"La mejor manera de detener la resistencia bacteriana entonces es tener cuidado con el uso de antibióticos", alertó el pediatra Howard Bennet. "No sólo no deben ser prescritos para infecciones virales sino que además, pueden no ser necesarios para infecciones leves que pueden mejorarse sin medicamentos", concluyó.