Desde el siglo V antes de Cristo que existen las escuelas de medicina, pero recién se dio el primer título oficial de médica a una mujer en el año 1849 después de Cristo, se llamó Elizabeth Blackwell y previamente había sido rechazada su inscripción en otras diez universidades.
Historiadores también remarcan que cuarenta años antes, una mujer llamada Margaret Ann Bulkley tuvo que vestirse y hacerse llamar como hombre (Jambes Barry) hasta su muerte, para poder ingresar a la Universidad de Edimburgo, recibirse con honores y ejercer este servicio de la salud en forma admirable, entre muchos otros aportes hizo la primer cesárea con sobrevida de la madre en el año 1826.
Tuve la suerte de haberme criado en la laboratorio de mi madre, la cual es bioquímica luego de que mis abuelos la desalentaran en su vocación y le plantearan como única opción ser maestra, pero no pudieron con su motivación interna. Mis padres fueron desde que tengo memoria mis primeros ejemplos de motivación y esfuerzo, de niño nunca se me cruzó la idea de que la mujer debería luchar por sus derechos, ya que nunca existió esa necesidad dentro de mi casa y es hasta el día de hoy mis padres continúan siendo un equipo. Al crecer y conocer la historia de lucha que vivieron mujeres como mi madre y muchas otras más, comprendí que los derechos se educan, como muchos otros valores, yo sólo había tenido la suerte de recibir esa educación.