La imagen no tiene Photohop. El rostro de Bill McElligott es un clásico entre los dermatólogos porque ilustra a la perfección qué es lo que pasa cuando no usas protector solar y dejas que te de el sol durante años.
McElligott tenía 69 años cuando se tomó la foto, pero su lado izquierdo (el derecho según lo miras) parece 20 años más viejo, con muchas más arrugas, manchas y perdida de elasticidad de los tejidos.
¿Por qué esa diferencia? La respuesta es curiosa. McElligott era transportista y se pasó 28 años sentado en un camión recorriendo Canadá. Durante ese tiempo, el sol le pegó siempre en el lado izquierdo de la cara. El resultado es un fotoenvejecimiento parcial localizado solo en una mitad de la cara.
Incluso a través del cristal de una ventanilla, el sol puede provocar daños en nuestra piel si nos exponemos demasiado tiempo a él sin protección. La Fundación contra el Cáncer de Piel explica:
"La radiación solar ultravioleta se compone de dos tipos diferentes de ondas, los rayos UVA y UVB. Cuando los rayos UV golpean la piel, los melanocitos luchan por producir melanina para depositarla en la epidermis. Este es el proceso que le da un bronceado, que es en realidad, una reacción de defensa contra la la radiación para que no penetre en la piel.
Los rayos UVB son más cortos que los rayos UVA y son el principal causante de las quemaduras solares. Los rayos UVA, por su parte, son los responsables de gran parte de los daños que asociamos con el fotoenvejecimiento. Los rayos UVA penetran profundamente en la dermis, donde se producen los daños a las fibras de colágeno.
Este daño provoca un aumento anormal de producción de elastina. Las cantidades inusuales de elastina inducen la producción de unas enzimas llamadas metaloproteinasas. Estas enzimas, que reconstruyen el colágeno dañado, funcionan incorrectamente y lo degradan, determinando que la piel se reconstruya incorrectamente. Como este proceso se repite con la exposición de UVA diaria, la piel reconstruida incorrectamente forma arrugas, y la reducción de colágeno da como resultado a una piel atrófica y de aspecto envejecido".
El caso de McElligott se hizo famoso tras publicarse en el Diario Médico de Nueva Inglaterra (The New England Journal of Medicine). La diferencia entre las dos mitades de su rostro era tan radical que sorprendió a los propios dermatólogos. El paciente recibió un tratamiento de protección solar, retinoides y revisiones periódicas para evitar la aparición de cáncer de piel. Esta variedad de tumor no es ninguna broma. Según datos de la Asociación Canadiense de dermatólogos, de cada 5.800 casos anuales de melanoma, 970 terminan siendo mortales.