El estrés es uno de los males del siglo XXI y las altas exigencias en el entorno laboral es una de las causas más comunes que lo incentivan. Sin embargo, hay ocasiones en los que el trabajo se convierte en un grave problema para la salud.
Algunas personas experimentan fuertes malestares que les obstaculizan no solamente desempeñar sus tareas en el trabajo, sino incluso desplazarse hasta el lugar. Si bien son casos extremos, estos comportamientos y miedos están catalogados como un trastorno denominado ergofobia.
¿Quiénes son más propensos a padecer este tipo de fobias? Las personas más susceptibles a presentarlas son aquellas con fuertes problemas de ansiedad u otras fobias, las que hayan pasado por alguna situación traumática o las que tienen baja autoestima, que las hace dudar de sus propias capacidades.
Los síntomas son los mismos que cualquier otra fobia: ansiedad, mareos, náuseas, ganas de vomitar, sequedad de los labios, taquicardia, dificultad para respirar y un bloqueo o paralización del cuerpo. Por eso en muchos casos pese a que la persona haya ido a trabajar toda su vida en un momento dejar de tener la capacidad para desenvolverse en el ámbito laboral.
Su tratamiento requiere de la combinación de fármacos ansiolíticos y asistencia psicológica. El abordaje de la terapia va a depender de la causa que produzca este miedo irracional. No es lo mismo trabajar en una autoestima baja, que en problemas de ansiedad o afrontar una situación traumática.
En esa línea, también va a influir en la dirección de tratamiento qué situación traumática haya generado esta fobia. Puede deberse a un atraco mientras se iba camino al trabajo hasta a una pelea dentro de la oficina.
Por eso la clave es reconocer el problema, pedir ayuda profesional y no sobreexigirse en los plazos para superar este miedo. Hay que tener en cuenta que si la angustia del individuo perdura en el tiempo, a la larga puede conllevar problemas económicos y personales derivadas de la falta de empleo.