Las cifras son elocuentes: en la Argentina, uno de cada dos chicos de entre 12 y 17 años toma alcohol excesivamente al menos una vez al mes. Las “previas” y el consumo en el interior de los boliches son una moda que ha llegado para quedarse.
Pero una moda que no debe naturalizarse, porque no es inocua. Ese comportamiento tiene, entre otros, efectos progresivos y devastadores en el cerebro de los adolescentes. En su columna semanal por Todo Pasa, el neurólogo Hugo Valderrama los abordó detalladamente.
Cuando una persona bebe de forma tal que se convierte en un alcohólico crónico, “habla mal, le cuesta caminar o mantener la posición” e incluso puede llegar a la demencia: “delirios, alucinaciones, temblores, convulsiones”. Incluso en los momentos en que se recupera, “sigue expresándose y razonando mal, tiene problemas de conducta, se puede poner agresiva o bien apática”. Esto es así porque el daño cerebral ya es permanente. No obstante, no es necesario llegar a ese punto para que el consumo tenga repercusiones. “Estos mismos síntomas se producen con una intoxicación aguda”, como las que tienen muchos menores los viernes o sábados. “Eso que parece gracioso, sucede porque el alcohol te está afectando el cerebro en forma directa”, advierte Valderrama.
“El primer efecto es la desinhibición: uno se siente más suelto. ¿Por qué? Porque te está llegando al lóbulo frontal, donde hay neuronas que manejan el control inhibitorio. Esas neuronas se anulan y lo que vas pensando, lo vas largando, o pasás de la risa al llanto”. Así, se va corroyendo “justo lo que uno como padre intenta desarrollar en un chico: el entrenamiento de la conducta y el control inhibitorio”.
El segundo efecto de un “atracón de alcohol” es la inestabilidad, que se produce porque “te afecta el cerebelo, que coordina el equilibrio. Hasta que directamente no podés sentarte (ataxia)”.
El hecho es que si esto se vuelve un hábito, puede tener consecuencias graves y a largo plazo. “Nuestro cerebro es plástico y tiene una capacidad de recuperación hasta cierto punto. Dependiendo del consumo que hagas de alcohol, será la capacidad de tu cerebro para regenerarse. No necesariamente tenés que llegar a un extremo para dañarte, no hace falta que llegues a una demencia. Pero mientras tanto, vas perdiendo funciones cerebrales progresivamente. Aunque el consumo no sea diario, son ‘golpes’ que va sufriendo el cerebro”.
Progresivamente, esos golpes empiezan a generar inconvenientes para mantener la atención, ansiedad e irritabilidad.
Además, el lugar en el que ponen al alcohol transforma a muchos adolescentes en alcohólicos sociales: muchos de ellos “no conciben el fin de semana” sin el alcohol. Y mientras tanto, algunos padres y madres consienten ese accionar, o se ríen de él. Para ellos, el doctor Valderrama les enumera las distintas fases de un coma alcohólico (cada vez más frecuentes en Santa Fe) y deja una advertencia: “están destruyendo el cerebro de sus hijos”.