Además de la calidad de los alimentos que elegimos, hay otro factor muy importante a la hora de comer que muchas veces se deja de lado: la combinación o mezcla de éstos.
Muchos síntomas como dolor de cabeza, anemia, desmineralización, etc, pueden provenir de esas malas combinaciones. Ya que se suele dar poca importancia a la influencia que tienen las incompatibilidades de los alimentos.
A nivel fisiológico, el proceso digestivo tarda horas. Si empeoramos esto con una mezcla de alimentos no compatibles entre sí, se producirán posiblemente: fermentación, inflamaciones, etc. El estómago no puede digerir a la vez los alimentos proteicos (carnes y lácteos, por ejemplo) y los almidones (arroz, pan, pasta, por ejemplo).
A nivel químico esto tiene una razón: los almidones requieren un medio básico a alcalino para su digestión; y las proteínas, un medio ácido.
Al hacer esta combinación, los almidones perjudican la digestión de las proteínas, disminuyendo la acidez del medio. Esto puede generar que se detenga el proceso y éstas permanezcan más tiempo en el estómago haciendo que se pudran y fermenten. De ahí la sensación de hinchazón o los gases, por ejemplo.
Lo mismo sucede con las combinaciones de dos proteínas diferentes (como el huevo y el queso, por ejemplo). El estómago tiene que modificar las condiciones de su medio para digerir cada una.
Las grasas (aceite, manteca, por ejemplo), por su parte, también tienden a disminuir la acidez del estómago, haciendo más lenta la digestión, y alterando la degradación de las proteínas, si se ingieren combinadas.
Ejemplos de algunas combinaciones que pueden complicar la digestión:
- Pan con queso
- Pasta con queso
- Carnes con papas
- Huevo con azúcar
- Carnes con aceites
- Huevo con queso
- Carnes con queso