Muchas personas han hecho de su vida un viejo museo de vínculos acabados y por desplazamiento psicológico, trasladan todo su sentir emocional a cosas y objetos sin valor en sí mismos, pero con un valor emocional asociado a vacíos existenciales.
Quienes sufren el síndrome recrean con animales y objetos un vínculo enfermizo de apego. Así, una vieja tetera recuerda la relación con mamá; un sombrero inservible puede significar el padre; un gato adoptado, un hijo lejano; y los cientos de cachivaches, su historia.
Dentro de nosotros también sufrimos del síndrome de Diógenes. Acumulamos relaciones que ya terminaron. El conflicto básico angustiante se da cuando el acumulador compulsivo se encuentra con la dificultad para tomar decisiones: ¿Lo nuevo o lo viejo? Y aparece la polaridad entre tirar lo que ya se usó y no nutre, o guardar los recuerdos por si en un mañana el viento cambia.
Crean una dinámica angustiante de división interior que termina siendo ganada por la rutina, la zona cómoda, por el conservador interior que escoge de nuevo lo que implique menos riesgo –el apego y la acumulación– y da la espalda a nuevas relaciones.
En primera instancia, el tratamiento para estas personas va dirigido a tratar las posibles complicaciones derivadas del mal estado nutricional e higiénico. Sin embargo, acto seguido es necesario instaurar medidas preventivas para que el cuadro se repita. Para ello se necesita un apoyo social suficiente o de asistencia domiciliaria y evitar la hospitalización.
El problema es que los propios afectados suelen rechazar la ayuda social. Si no están incapacitados por motivo de alguna patología psiquiátrica de base o una demencia, no pueden ser ingresados sin su consentimiento, por lo que termina volviendo a su tipo de vida anterior.
Suele darse en ancianos con cierta tendencia al aislamiento, aunque también intervienen otros factores estresantes de la edad tardía, como las dificultades económicas o la muerte de un familiar, y sobre todo, la soledad.
Los familiares deberían vigilar a sus mayores que viven solos, especialmente si han observado algún factor de riesgo, como un comportamiento huraño o un aislamiento voluntario.