Es indudable que si un chico de 12 años jugando en categoría U13 convierte 78 puntos en 20 minutos (ningún jugador puede disputar más de dos cuartos), en la era tecnológica, rápidamente el hecho se viralizará y llamará poderosamente la atención. Más allá de ese partido y el resultado final (Peñarol de Mar del Plata perdió 113-112 ante Bolívar de Carlos Paz), el análisis debe ir mucho más allá de lo sucedido.
Hace pocas semanas nos visitaron sucesivamente Silvio Santander, Diego Lifschitz y Juan Lofrano, capacitados entrenadores de las selecciones formativas CABB, además de ser impulsores del método CABB.
La categoría U13 es la transición del básquet recreativo al formativo pero con competitividad. Mismo balón, aro más alto, línea de tres puntos, pero con la obligatoriedad de no pisar la cancha más de dos cuartos, no defender en zona, marcar mano a mano sin ayudas. Una serie de requisitos que instan a buscar la participación y el desarrollo de jugadores de temprana edad en ese recorrido que son las formativas.
Los ejemplos se fueron sucediendo a lo largo y a lo ancho del país. La génesis parte desde dirigencia de clubes, los propios entrenadores y su idea contrapuesta: apostar a ganar como sea sin importar que en este trayecto también hay pibes que pueden quedar en el camino. Con estas decisiones como la del DT de Peñarol, indudablemente lo que uno hace es empujarlos a los chicos a tomar otro deporte.
El orientador del conjunto marplatense es uno de los tantos que en sus equipos (masculinos y femeninos) de todo el país, tiene 3 o 4 chicos con más condiciones, técnica y capacidad de anotación que el resto. Entonces, para favorecerlos a ellos, para salvar sus espaldas porque desean ganar a toda costa o bien entienden que picar con las dos manos, hacer buenas bandejas o pasarse el balón son aspectos secundarios, toman este atajo.
A mano pueden colgarse redes, trepar a un podio o ganarse las tapas de los medios de sus ciudades o localidades. No es el fin de este deporte, es contraponer la esencia y expulsar en lugar de incluir. Lo que sucedió con Zustovich lo vemos en el torneo local, en la Liga Provincial (Ezequiel Taborda, un claro ejemplo en Unión de Sunchales), en la Liga Femenina (Constanza Barreto de San Lorenzo de Tostado vs. Sofía Gazzola de Alba de Maciel).
Cuatro nenes o nenas apartados en un sector, como espectadores de lujo mientras uno siempre busca el uno contra uno sin pasar el balón, pugnando a cualquier precio por llenar su casillero de puntos. Esta nota no busca apuntar y necesariamente encontrar responsables. Pero si no frenamos esto, la bola se hará cada vez más grande y de a poco estamos matando la base de la pirámide.
“Siempre se busca ganar pero con herramientas en un camino que es de formación y hay que tenerlo claro”, palabras más, palabras menos, fue Lifschitz quien nos dejó un mensaje que pareciera imposible llevar a la práctica.
Muchas veces las determinaciones no pasan por el dinero, simplemente parten de una convicción, aún a sabiendas que en el camino hay que poner la cara y pueden sucederse en los tableros de cada fin de semana más resultados negativos que positivos.
Está más que claro que la dirección es la equivocada, que tal vez no lo veamos nunca y sea una utopía pensa en un básquet con otros ribetes. Solamente esperemos que no sea tarde dar una vuelta de tuerca porque en el medio hay niños y niñas frustradas que se interesan por un deporte apasionante, pero así les resulta imposible abrazarse y amar una disciplina maravillosa.