En muy pocas situaciones, los procesos de los entrenadores tienen una importante continuidad. Al fin y al cabo, el básquet profesional también se fue amoldando en la última década al fútbol argentino. Entonces, una pequeña seguidilla de derrotas termina por tirar al tacho de la basura la palabra “proyecto”.
Juan Francisco Ponce dio sus primeros pasos en Banco Provincial y llegó al Tate para sumarse desde enero de 2014 al cuerpo técnico que comandaba Juan Siemienczuk, en su primer paso por la Avenida López y Planes. Reemplazó aquella vez a Francisco Blanc, quien resolvía iniciar su camino como DT en Sanjustino. Con el correr de los años, JFP estuvo al frente de las inferiores locales, la primera asociativa y la coordinación del básquet rojiblanco.
La primera experiencia como entrenador jefe del equipo profesional se dio tras la salida de Daniel Beltramo, en enero de 2018. Con varios retoques (llegaron Rodrigo Sánchez y Rodrigo Haag, más un par de extranjeros, uno de ellos Nicolas Borsellino), el equipo sorteó a Villa San Martín en la reclasificación y en quinto partido quedó en el camino ante Hindú de Resistencia.
Fue récord 15-15 desde un interinato que llegó hasta el cierre de la campaña 2017/18. El tiempo transcurrió y cuando muchos pensaban que podía tener la confianza la dirigencia, la opción fue ir a buscar nuevamente a Siemienczuk. El dicho se reafirmó: las segundas partes nunca fueron buenas. Incluso con la decisión de tocar el equipo a poco de cerrarse la fase regular para permitir los ingresos de Travis George y Nelson Palacios. Ponce cumplía su función de asistente.
Los avatares económicos y la determinación de darle un cambio radical al básquet profesional de Unión nuevamente le abrieron la puerta a Ponce. Esta vez con Lisandro Leone y Renzo Giunta como asistentes. Y la saludable medida de entregarle protagonismo a los jóvenes que vienen jugando juntos hace bastante tiempo.
La actual campaña de Unión es notable en casa (11-0) y muy pobre en la ruta (2-7). Salvo Villa Martín (-16), el resto de los partidos los perdió por 8 o menos unidades. Y hay que resaltar que en muy pocos juegos la formación tatengue estuvo completa por lesiones. En este marco, Ponce cumplió 50 partidos oficiales en el triunfo 98-77 frente a Norte, con un registro 22-8 (56%). En el Ángel Malvicino sumó 22 éxitos en 25 cotejos, siendo los últimos 15 triunfos en cadena. Asimismo, en calidad de visitante apenas obtuvo 6 victorias en 25 cotejos.
Si tomamos los 50 partidos de Juan Siemienczuk (26-24) y Daniel Beltramo (32-8), el orientador santafesino (28-22) se ubica en segunda escala en materia de porcentajes. Volvemos al título de esta nota y el desarrollo de la misma: haber estado en 272 partidos de los 285 que jugó hasta el 21 de enero de 2020 el Tate en la máxima categoría de ascenso, es un privilegio que muy pocos tienen en el básquet argentino.