Pese a que los videojuegos han estado mal vistos por gran parte de la comunidad científica en épocas anteriores, desde los años 2000 casi todos los estudios que se publican son para alabar el uso de estos en la niñez y adolescencia. Hoy tenemos uno más a su favor.
Desde que la tecnología de consumo llegó a nuestras vidas, los científicos (sobre todo del área de la psicología) se ha empeñado en demonizarlo. Al menos eso parecía según todos los artículos que salían de Estados Unidos al respecto.
Por suerte, con los años, los sesgos preconcebidos de estos análisis se han ido eliminando y, con ellos, los resultados negativos al respecto. Actualmente, casi la totalidad de las investigaciones demuestras que jugar no es malo para la salud, sino todo lo contrario.
Y hoy traemos uno más en este sentido, aunque la investigación se centra en la toma de decisiones, algo vital que debemos hacer todos los días en muchas ocasiones. Incluso en eso los videojuegos ayudan.
Un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Georgia, utilizó imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) para explorar los efectos que tiene el juego de videojuegos en la actividad cerebral durante las tareas de toma de decisiones.
Los investigadores explican que "dado que jugar a videojuegos exige a menudo utilizar rápidamente la información sensorial entrante y tomar decisiones con precisión de forma repetida, las tareas de toma de decisiones son relevantes para sondear los efectos de jugar a videojuegos".
Para el estudio se reclutaron algo menos de 50 sujetos jóvenes, 28 de los cuales se clasificaron como jugadores habituales de videojuegos (más de cinco horas de juego a la semana) y 19 como no jugadores (menos de una hora de juego a la semana).
Dentro de la máquina de resonancia magnética, los participantes completaron una tarea de categorización de movimientos diseñada para medir su capacidad de decisión.
La tarea consistía en observar dos conjuntos de puntos de diferentes colores que se movían en direcciones opuestas. Después de ver los puntos durante dos segundos, los sujetos tenían que responder inmediatamente en qué dirección creían que se movía un color específico de puntos.
Tenían tres segundos para responder antes de repetir la tarea. La tarea se diseñó para ayudar a evaluar la rapidez con la que el cerebro puede procesar la información sensorial y tomar una decisión como respuesta.
Desde una perspectiva conductual directa, los investigadores descubrieron que los jugadores de videojuegos eran más precisos en sus respuestas y más rápidos en responder en comparación con los no jugadores.
Pero lo más interesante es que los datos de las imágenes cerebrales indicaban que los jugadores también tenían respuestas cerebrales diferentes a la tarea. Los investigadores indican que estos resultados plantean la posibilidad de que los videojuegos se utilicen para el entrenamiento cognitivo.
El siguiente paso es explorar si se puede exponer a esas personas que no son jugadores de videojuegos a pruebas que tengan que ver con los videojuegos y averiguar si mejoran las respuestas cerebrales en la toma de decisiones.