El frío alarga la vida de los alimentos al reducir la velocidad con la que se producen las reacciones químicas y, por tanto, se ralentiza la aparición de patógenos y mohos. No obstante, en algunos casos las bajas temperaturas pueden empeorar sus propiedades al variar su textura, su aroma y sabor.
Los que se detallan a continuación, es preferible mantenerlos en el exterior a temperatura ambiente ya que no corre riesgo su conservación. Los tomates, a pesar de ser perecederos, tardan algún tiempo en ponerse malos. El frío modifica su proceso de maduración y altera su aroma y sabor. Dejalos fuera y notarás la diferencia.
También ocurre con el jamón serrano y, aunque puede estar refrigerado, pierde sus cualidades y no se disfruta igual. El jamón cortado a cuchillo es aconsejable comerlo en los días siguientes a su adquisición, mientras que el que se compra envasado sí se puede dejar en la heladera, pero se aconseja sacarlo diez minutos antes de comerlo.
El chocolate, en la heladera puede perder intensidad, por eso, lo mejor es guardarlo en un sitio fresco y alejado de la luz. Por último, las salsas que comprás para aderezar los alimentos tienen sal y conservantes artificiales que evitan la proliferación de bacterias en su interior si permanecen a temperatura ambiente. Por lo tanto, podés dejarlas fuera de la heladera. La única excepción y que sí o sí debe refrigerarse es la mayonesa casera.