La dificultad para conciliar el sueño y el mal descanso representan uno de los principales problemas de la sociedad actual. Según datos de la OMS, casi un 40% de la población mundial padece alteraciones de sueño.
"El sueño es un proceso biológico complejo, ya que, mientras se duerme, las funciones del cerebro y cuerpo siguen activas para mantener saludable al cuerpo, por lo tanto, si no hay un sueño de calidad las consecuencias pueden conllevar daño a la salud mental y física, al pensamiento y a la vida diaria", definió la OMS.
NA conversó con la doctora Florencia Dafne Raele acerca de las principales causas del mal sueño y detalló pautas básicas para intentar mejorarlo. Raele asegura que "el mayor problema de la población en la actualidad esta relacionado con el mal descanso y el mal sueño", y sostiene que, en la mayoría de las consultas, “no se dan cuenta de los malos hábitos y elecciones que lo provocan”.
Ritmo natural vs malos hábitos
“Vivimos en discordancia con los ritmos circadianos: nuestro organismo espera naturalmente estar expuesto a la luz solar durante el día, que es cuando logra producir la melatonina -la hormona que inducirá el sueño nocturno-, y encontrarse alejado de la luz al caer el sol para poder liberar la melatonina. Si no hay inhibición de la luz, el cuerpo no liberará esta hormona clave para el buen descanso”, detalla Raele.
Sin embargo, los hábitos de consumo de tecnología modernos no tienen nada que ver con los ritmos circadianos. “Estamos expuestos a la luz azul de la tecnología hasta altas horas impidiendo la conciliación del sueño. Al mismo tiempo, cuando las personas logran conciliar el sueño creen que están descansando, pero en realidad no alcanzan un sueño reparador dado que el cuerpo no logró liberar melatonina de la manera esperable”.
Raele recomienda disminuir la exposición a la tecnología cuando baja el sol, dado que con la tecnología seguimos estimulados sin darnos cuenta, sobre todo cuando interactuamos en redes, provocando que nuestro cerebro “nos pida” continuar consumiendo información y más estímulos.
Por otro lado, la experta consultada destacó la importancia de observar qué alimentos consumimos a la noche y en qué horario estamos cenando: “En Argentina tenemos hábitos de cena tardía, algo que no sucede casi en ninguna parte del mundo. Cuando nuestro cuerpo debería estar poniéndose en off, alrededor de las 19 o 20, de acuerdo a la época del año y el lugar geográfico, debería coincidir con la finalización de nuestras ingestas para darle tiempo al cuerpo a reparar y descansar en vez de estar digiriendo. Si cenamos a las 22, no le damos ni 3 horas de digestión, eso no solo puede interrumpir el buen descanso con la liberación ideal de melatonina, sino que, a su vez, provoca el aumento de la temperatura corporal, otra causa del mal descanso”.