“Los aparatos de aire acondicionado enfrían el aire y le quitan humedad, pero tienden a acumular polvo y todo tipo de sustancias orgánicas en los filtros. Todo ello favorece la irritación, inflamación o infección de las vías respiratorias. Los problemas más graves se relacionan con los gérmenes acumulados en los filtros sucios del aire acondicionado cuando no hay un mantenimiento adecuado”, explica la doctora Ana Putruele (M.N. 55.966), jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas.
Entre estos gérmenes, el más conocido es la bacteria Legionellapneumophila, responsable de una neumonía que puede ser grave. Otros de los principales contaminantes del aire son los hongos Aspergillus niger y Aspergillus fumigatus, que provocan rinitis, asma, neumonía o neumonitis por hipersensibilidad.
“Además, hay otras afecciones frecuentes causadas por el uso prolongado de estos aparatos: resfriados, laringitis, faringitis, sinusitis, crisis de alergias, broncoespasmos en personas asmáticas y episodios de agravamiento de EPOC en casos más complejos”, añade la especialista.
“En ausencia de esta protección, nos volvemos más vulnerables al ataque de algunos virus. El empleo del aire acondicionado favorece la permanencia de las personas en ambientes cerrados, con menor ventilación, facilitando de este modo la transmisión y el contagio de gérmenes”, precisa.
Recomendaciones para un uso correcto del aire acondicionado:
Acondicionar el ambiente con una temperatura de entre 24 y 27 °C. El flujo del aire no debe ser directo sobre las personas.
Mantener siempre la humedad del ambiente, usando la función de ventilación.
Mantener los filtros limpios para evitar que se acumulen partículas alergénicas como polen, ácaros o polvo doméstico.
Tener presente que cuando uno descansa puede dormir con la boca abierta y si lo hace con el aire acondicionado encendido, puede sufrir irritación de las vías aéreas, más aún en personas que tengan las defensas bajas.
El aire acondicionado y las alteraciones del sueño
“La temperatura ideal para dormir ronda entre los 24 y 25 grados, temperatura que resulta confortable para el cuerpo. Cuando uno duerme con temperaturas más altas, nuestro cuerpo suele tener despertares por incomodidades o sudoración”, señala Facundo Nogueira (M.N. 84.970), neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas.
Estos factores contribuyen a que el sueño sea superficial y de mala calidad. Por eso es importante que en verano la habitación esté lo suficientemente refrigerada.
“También hay que tener cuidado con poner el aire acondicionado en una temperatura menor porque puede resultar contraproducente, ya que podemos sentir frío y despertar varias veces a mitad de la noche”, advierte el médico.
A su vez, agrega: “Una persona adulta necesita dormir entre 7 y 9 horas para tener una calidad de vida adecuada, un sueño reparador. Dormir menos de 7 horas aumenta el riesgo de padecer enfermedades como problemas cardíacos o problemas metabólicos y también aumenta la mortalidad de forma global”, advierte.