El 3 de enero del 2004, se produjo un trágico hecho derivado de un problema de convivencia entre reclusas del pabellón 1 D de la cárcel de mujeres de Rosario. Esa noche las tres acusadas oficiaban cuarteleras, un término que se utiliza para designar a aquellas que asisten a las demás con agua o comida, cuando iniciaron un fuego en la celda de Mercedes María Antelo de 45 años, quien no tuvo escapatoria del fuego y murió a causa de las lesiones siete días después del hecho.
La investigación estuvo a cargo de la fiscal Marisol Fabbro quien con las pruebas como los registros de imágenes y testimonios de personal penitenciario del Complejo llevó a que Aldana Peralta, Aida Rodas y Natalia Figueredo sean imputadas por homicidio calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en calidad de coautoras.
Según fuentes policiales, no se llegó a determinar el conflicto que llevó a él crimen, pero ya se habían tomado medidas por los graves problemas de convivencia dentro del pabellón.
Una de las pruebas mas firmes sería la imagen de una cámara que muestra cómo Peralta se acercó hasta el pasaplatos de la celda 4, y arrojó varios “dispositivos incendiarios” que activó con un encendedor, en el interior de la celda de Antelo y provocaron la combustión del colchón. Luego, Peralta volvió a su celda para ocultar una botella que podría haber contenido un “tipo de acelerante”.
Las tres acusadas que obrabas de cuarteleras observaron cómo crecía el fuego (que incluso llegó a salir por el pasaplatos y el tragaluz) por al menos cuatro minutos, sin avisar a la celaduría.
Luego, arrojaron dos baldes de agua que apagaron el fuego. Y la interna Figueredo tomó el encendedor que Peralta había dejado sobre una de las mesas del pabellón para ocultarlo en su propia celda, señala la investigación.
Eventuales condenas podrían alcanzar la prisión perpetúa. El juez Gonzalo Fernádez Bussy valoró la investigación y dictó prisión preventiva, sin plazos, para las tres.