Los gatos conquistaron el corazón de muchos a lo largo de la historia, estas criaturas peludas, ya sean persas, siameses o de cualquier otra raza, pasaron de ser simples mascotas a símbolos importantes en diversas formas de arte y tradición. La popularidad de estos animales en los hogares se refleja en el uso de términos cariñosos para referirse a ellos, siendo “michi” uno de los más comunes.
El término “michi” no es exclusivo del español, a través de diversas lenguas indígenas como el otomí y el náhuatl, se encuentran variaciones similares, lo que sugiere una raíz común en las lenguas nativas. El término “michi” que conocemos hoy tiene una historia interesante que se remonta a la época de la colonización.
El motivo por el cual le decimos michis a los gatos
El origen de “michi” se remonta al siglo XVI, cuando los españoles llegaron al continente americano acompañados de gatos. Para llamar la atención de estos animales, los españoles usaban sonidos similares a “mishi”. Los habitantes locales, al escuchar este término, asumieron que era el nombre de la especie. Esta pronunciación se adaptó a diferentes lenguas y regiones, convirtiéndose en una forma cariñosa y común de referirse a los gatos.
El cariño hacia los gatos se consolidó en diversas culturas, donde estos animales fueron asociados con deidades y símbolos significativos. En la literatura y el arte, los gatos también tienen un lugar destacado; desde sus menciones en textos históricos hasta su representación en obras de artistas como Remedios Varo y Diego Rivera, estos felinos fueron una fuente constante de inspiración. Esta fuerte presencia cultural ha llevado a que el término “michi” no solo se mantenga, sino que se convierta en una expresión de afecto hacia estos queridos compañeros.