Fútbol - Por César Carignano

Jueves 26 de Mayo de 2016 - 18:43 hs

Siempre seremos futbolistas

No es sencillo tomar la decisión de dejar la actividad que marcó toda una vida, más aun sabiendo que la vejez laboral está lejos de la ancianidad. Jóvenes obsoletos para el mercado, a la edad que muchos recién comienzan a crecer y consolidarse en sus actividades. Este es el enorme desafío que propone la etapa final de la carrera del jugador de fútbol profesional.

Las causas pueden ser diversas: lesiones, rendimiento, cuestiones vinculadas a la familia, hartazgo de los gajes del oficio u otros. Pero todos exponen a un adulto joven a la reinvención. La demanda horaria que allá por la adolescencia exige poner en segundo plano la educación, por la imposición de los clubes, determina que el secundario sea una contienda nocturna tras un largo día de entrenamientos, o un camino abandonado. Algunos, por compromiso familiar, por desconfianza al mundo del balompié o por gusto nomás lo continuamos a conciencia. Pero es difícil  ir más allá del nivel medio. Terminar un terciario o una carrera universitaria a la par de la redonda es una odisea, que pocos cumplen y no sé cuantos desean, pero que brinda herramientas para el día después del fútbol… o para el día en que el fútbol desecha a las mayorías, justo antes de cumplir el sueño. Esto de la pelota es la única profesión donde no depende del empeño propio graduarse. Uno puede hacer todo al pie de la letra pero múltiples factores pueden negar el título.

Llegar, está claro, es complejo. Mantenerse lo es aún más, pero dejarlo y enfrentar el futuro no es menos duro. Las circunstancias generalmente hacen que el fútbol deje al jugador. El reto pasa por elegir uno desprenderse del mismo. Aquí tallan mil cosas: prioridades, necesidades económicas, el tamaño del amor al trabajo en relación del amor a otras cosas. Infinidad de reflexiones. Pero en esa cabeza se elabora la idea del adiós y además de generar anticuerpos, se consideran opciones de futuro, se alistan y analizan los saberes adquiridos. Todo con un solo objetivo: menguar la pena del ya no ser. Alejarse es delicado, algunos años más allá o algunos más acá. Pero enfrentar el designio es el gran partido.

Este trabajo deja espacios, aleatorios, poco estructurados, pero espacios al fin. Está en cada quién aprovecharlos: carreras o cursos a distancia, lectura,documentales, todo sirve, todo ayuda. Siempre en pos de una nueva etapa que llegará, a lo sumo una década después de alcanzar la cumbre, exceptuando a los superlativos del esférico, que con viento a favor pueden alargar un puñado de años más el camino estelar.

Pero el mañana es intransferible, personal, y el duelo debe enfrentarse. Capacitarse ayuda; emprender un nuevo rumbo apenas finalizado este, es determinante; romper la inercia, ir para adelante, es vital; y recordar el precioso pasado, sin vivir en él, es clave. Porque lo primero emociona, pero lo segundo paraliza.

Afuera del celestial rectángulo verde la vida es otra, con sus claroscuros también, pero no hay que temerla, hay que reencontrarse y vivirla, aunque siempre seremos jugadores… retirados, más no ex jugadores.

Fuente: LT10