Polideportivo - Por Gustavo Mazzi

Domingo 14 de Agosto de 2016 - 21:54 hs

"Simplemente gracias, Juan Martín del Potro"

Actualizado: Lunes 15 de Agosto de 2016 - 11:41 hs

Match Point. Se intuye el final no deseado. Su prolongada inactividad y semejante rival le van a terminar pasando factura en tan “salvaje” y descamisado partido.

Un par de jugadas revestidas de adrenalina, éxtasis y pavor dejan al británico a las puertas del cielo. Dos voleas electrizantes son suficientes para burlarse de tres horas de un tenis excelso.  “Ganó Murray”, exclama el periodista con un dejo de tristeza. Sentí en el cuello el helado filo de una daga.  Deseaba el triunfo tanto como él. No soy un amante del tenis, lo confieso. Soy un apasionado de los buenos ejemplos, de los tipos que reivindican la esencia del deporte. Y del Potro lo es. No pensé jamás en la corona, el medallero o en el exitismo de sumar un oro más. Sólo me aferré al orgullo que da ver a un hombre que se reinventó para salir de su propio infierno.  

El “Flaco” ofreció durante los JJOO rasgos que nunca se le habían visto. Porque gran capacidad y fantasías se le conocían, pero esta vez le agregó rabia, un titánico esfuerzo y liderazgo a casi todo el periplo.  Eso fue lo que nos dio jactancia y construyó pertenencia.

Los argentinos solemos expresar el afecto conjeturando, poniendo en duda todo aquello que queremos y valoramos, en un arbitrario y abusivo encarcelamiento para nuestros ídolos. Pasa seguido con el siempre sospechado Messi y seguramente también cometeremos la misma afrenta con Delpo. Y como no se coronó campeón en Río, varios ya comenzaron a competir en esa disciplina perversa, siniestra y definitivamente maliciosa: hundir el puñal hasta destruir.  Y hablarán de manera cobarde de “pecho frío” o “eternos segundos” desde la comodidad de su sillón en el living de su casa. Me da bronca, dolor, tristeza. Este país necesita más “del Potros” y menos críticos pochocleros de cómodos sillones.

Descubro que hay sensaciones que no se puede explicar con palabras. Nunca lloro, pero lloré al final. No lo merecía él ni muchos de los que abrazamos durante una semana su noble causa. Agradezco su capacidad, su calidad y su entrega. Pero mucho más agradezco se ejemplo conmovedor hasta en la mismísima derrota. Del Potro no me dio oro. Del Potro me dio mucho más. Placer, pasión y por sobre todas las cosas, orgullo! ¿Qué hay más real y necesario que eso?

Simplemente gracias.  

Fuente: LT10