Recientemente varias encuestadoras han presentado informes sobre el aumento del Síndrome de Burnout. Si bien esta afección no es algo nuevo, incrementó sus niveles y los expuso a causa de la pandemia, el cambio de modalidad laboral y la relación con el trabajo.
¿Qué es el Síndrome de Burnout?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó en enero 2022 al Síndrome de Burnout como una enfermedad y considera al Burnout como la pandemia del próximo año porque modificó y visibilizó muchas situaciones, al tiempo que los empleados comenzaron a priorizar su salud mental.
“Es un estrés crónico no tratado con éxito creado en el ámbito laboral. Significa que existieron alertas previas que no se resolvieron, en tanto, cuando tenemos Burnout ya estamos tarde", advierte la psicóloga Valeria Fabris, (M. N. 68220, Licenciada en Psicología y en Administración de Empresas), que ayudó y trabajó con empleados para buscar la armonía con el trabajo híbrido y crear un concepto de resiliencia ante la propia adversidad.
El Burnout "afecta tanto a nivel emocional como mental y físico, y es diferente en cada persona. En el contexto de post pandemia con un mercado y economía inestable, con mayores niveles de ansiedad y de depresión, hoy el Burnout se pone sobre la mesa”.
“Cuando los países están en crisis económicas, cuando hay más inestabilidad inflacionaria, es cuando más se necesita esa contención porque pasamos el 70% de nuestro tiempo en el trabajo”, indica Fabris.
Y remarca, “los problemas de salud mental generan costos económicos directos e indirectos: presentismo, costos de atención médica, rotación de empleados, reducción de compromiso, baja productividad y ausentismo o licencias”.
Síntomas de Burnout
Los síntomas comienzan con un agotamiento gradual, por tanto, cuando se llega al Burnout es porque no hubo una intervención previa de la situación.
Los empleados comienzan con sentimientos de agotamiento y falta de energía, pensamientos pesimistas, desconexión con las tareas y una despersonalización emocional con respecto a tus colaboradores y en las relaciones interpersonales.
Es una sensación de sobreesfuerzo y de insensibilidad.
Por esto, necesario que cada individuo pueda optimizar su jornada de trabajo, cambiar de posición para renovar los estímulos, realizar pausas para que el cerebro se revitalice, desconectarse por una hora o respetar el horario del almuerzo, hacer actividad física y reuniones cortas.
La incorporación de estos hábitos mejora el bienestar, la relación con el trabajo y la autogestión.