El New York Times subió hoy a su plataforma de cine de no ficción Op-Docs el cortometraje "Las partes perdidas" (2020), del realizador tandilense Iñaki Dubourg que estará disponible para su visionado en todo el mundo en forma gratuita.
Es una película de 16 minutos que Dubourg realizó como parte de su maestría en Cine Alternativo en la Escuela Internacional de Cine EICTV de San Antonio de los Baños en Cuba y que luego del paso por una serie de festivales internacionales como Guadalajara, Miradas Doc de Islas Canarias, Pantalla Latina en Suiza y Festival Latino de Seattle, fue seleccionada para encabezar la plataforma gratuita de cine del NY Times desde hoy y quedar luego en su catálogo.
La película, sin necesidad de pago o suscripción, se puede ver en https://www.nytimes.com/2023/02/07/opinion/cuba-the-missing-parts.html
"Ellos tienen un equipo de búsqueda, buscan cortos de no ficción que separan entre el documental y la ficción, un género bastante específico, y fueron ellos los que llegaron hasta mí y me propusieron subir el corto a la plataforma", comentó Dubourg en diálogo con Télam.
Formado en la Universidad del Cine FUC, cinco años atrás Iñaki realizó una maestría anual en la conocida escuela cubana de San Antonio de los Baños, en una especialización que se propone bordear el cine no desde la industria sino tratando de pensar los lenguajes por fuera de las miradas clásicas de los géneros.
Las Partes Perdidas fue filmada en Cuba durante el proceso de la maestría pero finalizada dos años después en Argentina. El origen es un grupo de jóvenes de un conglomerado habitacional conocido como Pueblo Textil Bauta, cercano a San Antonio de Los Baños, con el que Dubourg se juntaba a jugar a la pelota y de los que luego investigó algunos aspectos de sus cotidianos en ese poblado rural.
"Cuando empecé a filmar el corto lo hice con mucha impulsividad sin tener una dirección muy clara, dos años después empezó a tomar su narrativa, cuando ya de vuelta en Argentina empecé a soñar con ellos y ya no sabía qué había soñado, qué había filmado y qué era lo que había pasado", contó Dubourg.
"Me sedujo la idea, un tanto borgeana -señaló el realizador que además trabaja en el área de postproducción de la productora Cimarrón-, de alguien que cuenta algo y asume que no tiene seguridad sobre el relato, ese narrador que duda, porque me pareció que en la duda había una potencia enorme, acaso mayor que en la afirmación sobre la que se sostienen la mayoría de las narraciones".
Dubourg destacó algunos de los elementos a través de los cuales el filme fue tomando cuerpo y que se relacionan con la selectividad de la memoria. "Me llamó la atención que dos años después de haber estado en la Escuela de San Antonio, hablaba con algunos de mis excompañeros y ellos recordaban una experiencia distinta de la mía, con lo que apareció la idea de que la experiencia empírica no deja de ser parcial y que haber sido parte de algo no implica tener una mirada clara y completa sobre el suceso".
El filme está dividido en tres partes, una primera en que surge la duda y se entrelazan sueño y recuerdo y otras dos de relatos cotidianos y poéticos de algunos jóvenes del poblado rural cubano, trabajando a partir del concepto, señala Iñaki de cámara cuerpo a cuerpo que, en francés también puede ser pensado como corazón a corazón.
"Es el concepto de que la cámara esté al lado de alguien como si estuviera presente con él. Otro aspecto interesante me pareció que en el corto no se revela dónde suceden los acontecimientos y me pareció que había también una potencia de que estos cuerpos podían estar siendo filmados en cualquier lugar perdido de Latinoamérica y no en Cuba, un lugar emblemático sobre el que todos tenemos una opinión formada y pensamos que las cosas son de un modo o de otro", destacó.