La adolescente, que tenia 14 años, estaba embarazada de ocho semanas. Fue vista por última vez la medianoche del sábado 9, cuando se despidió de un encuentro con amigas y prometió volver, algo que no sucedió.
Después de una intensa búsqueda, su cuerpo fue hallado sin vida, enterrado en el patio de la casa de su novio.
“Seguimos pidiendo justicia”, dijo Páez, “seguimos pidiendo que se aclare todo porque queremos que los asesinos estén presos y no libres como están ahora”.
El único detenido por el crimen es el novio de la joven, Manuel M., también menor. Confesó haber asesinado a Chiara, aunque en sus declaraciones se desdijo en varios momentos sobre el modus operandi.
Sobre eso, el padre de Chiara ratificó que “a Chiara la golpearon hasta matarla, la enterraron, la taparon, lavaron ropa con sangre, hicieron desaparecer huellas, y eso no pudo haberlo hecho Manuel solo”.
Poco después de su muerte, la familia Páez decidió marcharse de Rufino y comenzar una nueva vida en la provincia de Mendoza, para evitar cruzarse con los padres de quien fuera el novio de su hija. Fabio Páez, en su momento, llegó a explicar esa decisión para “no tener que lamentar otra desgracia”.