Son pequeñas llagas o úlceras redondas que aparecen dentro de las mejillas o debajo de la lengua a la altura de la mucosa del labio inferior o superior. Como toda herida, producen sensación de ardor, quemazón y dolor en las partes afectadas.
“Pueden ser únicas o múltiples, de distintos tamaños y formas, con bordes bien definidos y rodeados de un halo eritematoso (rojo)”, aclara la profesora doctora Lidia Isabel Adler (M.N. 14.940), titular de la Cátedra de Clínica Estomatológica, de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires.
Según la experta, afectan al 20% de la población general en cualquier edad. Las aftas bucales no tienen predisposición por género y se presentan en todas las edades, razas y regiones geográficas.
De acuerdo al tamaño y su presentación (aisladas o en grupo), se clasifican como:
Menores: más pequeñas y de más rápida curación.
Mayores: más grandes, dolorosas y de curación más lenta.
Herpetiformes, muchas pequeñas y en grupo.
“Tienen una evolución aguda, por lo tanto, deberían cicatrizar entre siete y 14 días”, remarca Adler. El tratamiento, en consecuencia, suele reservarse para las aftas más grandes y dolorosas.
La lesión se relaciona con frecuencia al estrés, la realidad es que ese sentimiento de tensión física o emocional va a perjudicar a cualquier patología.
“No nos referimos a las llagas que aparecen cuando el nene comienza el jardín, la persona tiene un examen o se va a casar. Hablamos de una patología que va a afectar periódicamente al individuo (recurrente). Al relacionarla con el estrés y decir que son de causa desconocida, los pacientes que tienen aftas no han sido bien estudiados y solo se les han indicado tratamientos paliativos para lograr la cicatrización de la “llaga” y por ende el dolor”, plantea.
“Hoy se considera que la causa es multifactorial en un paciente con predisposición genética. Los factores más frecuentes en los pacientes con aftas son el déficit de vitaminas y minerales tales como el hierro, el zinc, ácido fólico y vitamina B12″, indica la estomatóloga.
Las aftas bucales pueden ser la primera manifestación de la enfermedad y la expresión del HLA-B51 en pacientes con aftas sugiere el riesgo de desarrollar la enfermedad de Behcet.
- Cuando deben preocuparnos las llagas bucales
- Cuando el tamaño del afta es superior a 1 cm.
- En el caso de menores de 6 años o en ancianos.
- Cuando hay otros síntomas asociados al afta, como por ejemplo fiebre, diarrea, erupción cutánea, malestar general, pérdida de peso o aparición de aftas en otras zonas del cuerpo.
- Si hace más de una semana que se tiene el afta y no se observa mejoría.
Cuando se sufren más de 6 episodios de aftas al cabo del año.
El mejor tratamiento es mantener una buena higiene bucal, con un correcto cepillado de las piezas dentales y el uso de un antiséptico, porque cuanto más contaminada esté la zona del afta, más llena de placa bacteriana, más duele y más tiempo tarda en irse.
“En primer lugar, recomiendo concurrir periódicamente al odontólogo, quien va a evaluar si es un afta en cuanto a las características clínicas: tamaño, localización, tiempo de evolución, recurrencia. Y le indicará el tratamiento paliativo para esa aparición esporádica o lo derivará para ser estudiado al estomatólogo, quien a su vez interactuará con otros especialistas, según corresponda al caso”, concluye la doctora Adler.