El 29 de abril de 2003 es una fecha que pocos santafesinos pueden olvidar (y que ninguno debería). Sobre todo aquellos que participaron de improvisados operativos de evacuación, organizados por una población que, ante la desidia y la parálisis estatal, se vio obligada a reaccionar. Y quizás el caso más paradigmático fue el del Hospital de Niños.
Por LT10, el Dr. Guillermo Ciro recordó esas dolorosas horas. "Era un día gris, lloviznaba, hacía frío. Yo hasta el mediodía estuve operando como si nada; me fui a mi casa, ya veía un movimiento extraño pero desde el quirófano no parecía que pasara nada raro. Y cuando llego a mi casa me entero por los medios que se había inundado el hospital", comenzó. Y continuó: "Tomé el auto y me volví rápidamente, y cuando llegué no lo podía creer. Había pasado una hora, una hora y media desde que me había ido, y ya estaba bajo agua. Fue muy shockeante".
Acerca de las distintas reacciones a la hora de la catástrofe, contó: "quienes comandaban el hospital en ese momento no daban pautas de alarma serias"; en cambio, "la jefa de guardia, la Dra. Jorgelina Gasparri, tomó las riendas, desoyó lo que decían las autoridades y organizó una evacuación impecable, increíble e irrepetible del hospital en nada de tiempo".
Sobre el paradigmático traslado de toda la Neonatología, que con el tiempo quedaría para siempre como un hito de la tragedia, el profesional relató: "yo estaba en calle Salta, había dejado el auto en el hospital Cullen. Estaba desesperado tratando de ver cómo ayudar. Llegan unos anfibios gigantes, me presenté y con ellos llegué al Alassia. Por calle Juan Díaz de Solís la veo a Jorgelina (Gasparri) y me dice 'encargate del traslado entre el hospital y la ambulancia de los neonatos'. Desde esas unidades anfibias me encargaba de las incubadoras, las ambulancias venían marcha atrás, subíamos las incubadoras y otros médicos se subían y acompañaban a los chicos, en principio a quién sabe dónde".
"Lo más importante era ubicar los chicos y sacarlos y ver después dónde estaban. Yo recuerdo que eran la 1:30 de la mañana, fui a buscar mi auto y con las dos neonatólogas de guardia salimos a recorrer los sanatorios donde estaban los neonatos para despúes poder seguir controlándolos y viéndolos", siguió.
Ciro rescató especialmente el trabajo de los colegas que estaban en quirófano (el cirujano y el anestesiólogo), ya que ellos "decidieron no oír las órdenes de que no pasaba nada y subieron por los ascensores las máquinas de anestesia y los equipos de rayos antes de que se corte la luz. Si no hubiera sido por ellos hubiéramos perdido absolutamente todo".
Sobre qué encontraron en el nosocomio cuando pudieron volver a ingresar para buscar el equipamiento médico, desribió: "Íbamos camninando con el agua en la cintura, y era espantoso. Un hospital que siempre está bullicioso, lleno de sonidos de aparatos, de chicos, de personas. Era un silencio que asustaba. Era oscuro. Y recuerdo recuero perfectamente pasar por la puerta de la Unidad de Terapia Intensiva y ver esa oscuridad, con el agua y los sueros colgando como en una película de terror. Son imágenes que tengo grabadas".
También rememoró "todo lo que significó volver a operar en el hospital Cullen las primeras semanas, después en el ex Italiano. Ahí estuvimos como un año hasta que se pudo volver al hospital (Alassia), del cual debo decir: no volvió a ser o a brillar como brilló previo a la inundación".
"Era un hospital nuevo, flamante, todo funcionaba a la perfección. Se perdieron un montón de cosas que no se volvieron a recuperar. Se compró material nuevo, pero en ese momento era como una super casa que se inunda y no queda igual. Yo tuve la suerte de que ni yo ni nadie de mi familia nos inundamos, pero el hospital es mi segunda casa y de golpe se inundó. Y yo no lo podía creer", finalizó, conmovido.