El mundo de los tatuajes está rodeado de todo tipo de rumores, leyendas urbanas y falsos mitos sin base científica alguna. El debate sobre cómo estas intervenciones pueden afectar a la salud de las personas es constante.
Un reciente estudio advirtió hace unas semanas acerca de los riesgos que generan los tatuajes en el sistema inmunológico. Ante esta información, la Academia Española de Dermatología y Venereología ha hecho un llamamiento a la calma y repasado la evidencia científica que, hasta el momento, existe sobre este arte milenario.
Las estadísticas muestran que cerca del 12% de los europeos y del 24% de los ciudadanos de Estados Unidos llevan tatuajes (incluyendo adolescentes), según datos del informe Seguridad de los tatuajes y maquillaje permanente (2016), publicado por la Comisión Europea.
Lo cierto es que en torno al mundo de los tatuajes se ciernen muchos mitos, en especial, aquellos que tienen que ver con si son perjudiciales para la salud o no.
Algunos de los rumores (que la evidencia científica ya ha desmentido), son aquellos que apuntan a que, en presencia de tatuajes, las resonancias magnéticas pueden generar quemaduras o que las personas con tatuajes en la zona lumbar corren riesgos ante la anestesia epidural.
Precisamente, semanas atrás la revista Scientific Reports presentaba un estudio en el que aseveraba que ciertos componentes de las tintas utilizadas para tatuajes son capaces de viajar desde la piel a los ganglios linfáticos y generar un detrimento del sistema inmunológico.
Nada más lejos de la realidad, desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) hacen un llamamiento a la calma y repasan la evidencia científica constatada hasta el momento sobre los efectos de los tatuajes en la salud.
En una entrevista concedida para EFESalud, el doctor Donís Muñoz, miembro de la AEDV y autor del libro ‘Tratado sobre los tatuajes. Claves para su eliminación con láser’, nos aclara todas aquellas cuestiones relativas a cualquier tipo de patología que pueda estar relacionada con los tatuajes.
“Hasta el momento no existen evidencias de que la presencia de estos pigmentos en los ganglios linfáticos ocasione algún tipo de patología importante, a pesar de que la presencia de tinta en los ganglios linfáticos regionales es una constante en las personas tatuadas”, recuerda la AEDV.
A tener en cuenta: ¿Tintas negras o de color?
Antes de entrar de lleno en los posibles riesgos que pueden entrañar las tintas de los tatuajes en nuestra salud, cabe diferenciar entre dos grupos bien diferenciados:
Tintas negras: Su principio activo, el carbón, se viene utilizando desde hace 4.000 años. “Desde entonces se vienen empleando y prácticamente no ha cambiado su composición”, declara el doctor. Según reflexiona, puesto que este tipo de tintas (las negras) llevan utilizándose desde hace 4.000 años, “si dieran algún problema ya lo habríamos visto”.
Tintas de color: Antiguamente procedían de metales pesados (como el cadmio, cobalto o el mercurio). No obstante, desde hace 40 años este tipo de metales están prohibidos y están en desuso para la fabricación de pigmentos en general. Progresivamente se han ido sustituyendo a colorantes sintéticos o artificiales del grupo de los azoicos (el componente más frecuente entre las tintas de color).
Pese a lo anterior, la creencia del uso actual de tintas procedentes de metales pesados sigue siendo uno de los rumores constantes.
Si bien es cierto, “las tintas negras están formadas por nanopartículas las cuales facilitan que, una vez que se introducen en la dermis a través del tatuaje, haya una mayor facilidad a ser transportadas hacia los ganglios linfáticos”, aclara el doctor.
Ante esta posibilidad, el doctor advierte de que la acumulación de los pigmentos en los ganglios linfáticos pueden alterar los resultados en pruebas diagnósticos. “Efectivamente, estos depósitos de tinta pueden generar graves errores de interpretación dando falsos positivos tras la realización de pruebas diagnósticas por imágenes mediante PET/TAC o en la detección del ganglio centinela en pacientes con melanoma”, señala.
Y añade: “Teóricamente las cantidades de hidrocarburos aromáticos que se encuentran en la tinta negra y en la tinta detectada en los ganglios linfáticos pueden generar enfermedades como el cáncer, pero solo estamos ante una hipótesis de trabajo”.
Según argumenta el doctor: “si la hipótesis de que la tinta de los tatuajes afecta al sistema inmunológico fuera cierta, en algún momento en estos últimos 4.000 años nos hubiéramos dado cuenta”.
Así pues, “no hay ningún solo caso en la literatura médica que pueda establecer una relación directa entre tinta, -en este caso negra-, y el cáncer de los ganglios linfáticos o de otro tipo -tanto de piel o visceral-”, sentencia.
A diferencia de la tinta negra (cuyos efectos en la salud están bastante claros), en el caso de la tinta de color (las tintas sintéticas) sus efectos para la salud a día de hoy son una “incógnita razonable”.
Esto es así ya que “al ser más recientes podría ocurrir que sí podrían generar algún problema que hasta la fecha no se ha manifestado pero que, a largo plazo, sí se podría manifestar”.